Aún nos queda el teléfono + Tenor

Publicado el 09 septiembre 2024 por Lu

Aún nos queda el teléfono

Erica Van Horn

He sentido de forma muy especial lo escrito en este breve libro. Habla de su madre e invoca a la mía, diferentes, recordadas, queridas.

Anotaciones sueltas, llenas de ternura, ironía y una observación minuciosa. Tal vez lo utilice yo misma como punto de partida para construir piezas del relato de mi familia.

Momento Más Mágico, y contenido de los envíos postales que hace su madre. Me quedo ahí, sonrío. Una delicia.

Algunos fragmentos seleccionados

Pensar y redactar el obituario juntas ha sido una buena manera de hablar de distintos temas. He aprendido mucho sobre mi madre mientras debatimos qué incluir y qué no.

Una lista como esta no basta para ilustrar la vida de mi madre de forma coherente. Aunque las busque, no encuentro todas las piezas que constituyen un todo. Solo recuerdo lo que recuerdo. Olvidar parece ser una parte tan importante del ejercicio como recordar.

Ocho cosas que le gustan:

Los juegos de palabras La poesía inglesa de la Primera Guerra Mundial Comprarse una caja de bombones y pedir que se la envuelvan para regalo Los números romanos Las direcciones escritas en minúsculas. Cualquier cosa escrita en minúsculas Los nombres colectivos Ir usando las tazas en un orden particular, de manera que cada día de la semana le toque una distinta Los crucigramas

Mi madre insiste en que las notas de agradecimiento siempre tienen que estar escritas en papel. Durante los últimos años, se ha aficionado a usar el correo electrónico, pero no cree que un correo sea la forma correcta y adecuada de dar las gracias a nadie por nada. Le gusta tener la tarjeta correcta para la ocasión y la persona correcta.

Cada vez hay menos gente con quien pueda compartir recuerdos y los funerales nunca son ninguna fiesta. Siempre ha valorado muchísimo a sus amistades y su capacidad para hacer amigos de todo tipo. Le está resultando difícil sobrevivir a tantos de ellos.

Mi madre sale al porche trasero todas las noches antes de dormir. Sale cuando ya está en camisón y en bata, con las zapatillas puestas y la cara y los dientes lavados. Da igual el frío que haga. Si nieva y sopla el viento, puede que se ponga unas botas. No importa que la temperatura sea muy inferior a cero. A mi madre le resulta importante ir a mirar el cielo para ver si ha salido a la luna. Está convencida de que dar unas buenas bocanadas de aire fresco antes de dormir es un hábito saludable.

Sinopsis: Con la ayuda de su hija, una mujer nonagenaria trabaja obstinadamente en la redacción de su obituario. Quiere que contenga la información exacta, y que incluya algunos detalles biográficos que lo hagan destacar entre el resto de los obituarios del periódico local de New Hampshire, el pequeño pueblo donde ha residido gran parte de su vida. Llevan ya varios años trabajando en ello y han acumulado muchos borradores. Ahora, aislada por culpa de la pandemia, le preocupa no poder terminar su proyecto a tiempo. Por suerte aún les queda el teléfono, con el que madre e hija pueden seguir hablando y reconstruyendo su historia y las particularidades de su día a día.

Con un estilo directo y enunciativo, Erica Van Horn nos ofrece una narración singular que abunda, como si fueran notas breves en un diario, en esas reflexiones que brotan cuando el tiempo se detiene y podemos observar la realidad con distancia y claridad. Reuniendo detalles del pasado y el presente, así como recuerdos de infancia, consejos y lecciones de vida, Erica Van Horn va formando el retrato en mosaico de una mujer excepcional, con sus costumbres y sus manías, sus rituales inmutables y sus excentricidades. Una pieza lírica, bella y concisa, con abundantes toques de humor, que trata sobre la fugacidad del tiempo y la maravilla de la existencia.

Páginas: 112. Traducción de Ana Flecha Marco. Alpha Decay, 2023.

Leer las primeras páginas desde la web de la editorial.

Erica Van Horn (1954) es una creadora polifacética: artista plástica, editora y escritora, nació en Estados Unidos pero reside desde hace muchos años en Irlanda, donde dirige la pequeña editorial independiente Coracle Press junto a su marido, Simon Cutts. La perspicacia que demuestra como observadora externa se nutre de las minucias de la vida cotidiana; recoge detalles visuales y textuales de lo que a menudo pasa desapercibido o resulta insignificante en apariencia. Así lo ha hecho en exposiciones como The Book Remembers Everything (2010) y en libros como Living Locally y By Bus. I Have Been Making Books Since the Day President Kennedy was Shot, una exposición en Franklin Furnace, Nueva York, en 1986, seleccionaba los libros que había creado hasta la fecha. Aún nos queda el teléfono es su título más reciente.

Tenor

Me resulta poco creíble. Con otro enfoque, la historia tendría fuerte potencial narrativo. Se deja ver, sin más.

Sinopsis: Mientras trabaja a tiempo parcial como repartidor de sushi, Antoine, un joven aspirante a rapero de los suburbios de París, conoce a la Sra. Loiseau, una eminente profesora de la Ópera de París. Asombrada por el talento del joven, ella lo introduce en el mundo de la ópera y le ofrece un puesto como alumno suyo. Temiendo que no le entiendan, Antoine, lo oculta a sus amigos y familiares pero esta doble vida lo agobia... En algún lugar entre la dorada y encorsetada clase alta parisina, y los duros suburbios en los que creció, Antoine tendrá que encontrar su propia voz.

Dirección: Claude Zidi Jr. Guion: Claude Zidi Jr., Raphaël Benoliel, Cyrille Droux. Reparto: MB14, Michèle Laroque. Música Laurent Perez del Mar. Fotografía Laurent Dailland. Francia 2022, 100 min.