Aunque la mona se vista de seda…

Por Iñaki González @goroji

… tú siempre nunca, que decía mi padre, jajaja…

Delicado tema el que vamos a tratar hoy, la cuestión de la vestimenta laboral o si el hábito hace al monje  o viceversa.

¿Pensáis que ir trajeados os hará mejor profesionales? ¿Confiáis más en vuestros colaboradores por el hecho de cómo vayan vestidos? ¿O preferís una cabeza bien amueblada independientemente de su aspecto exterior?

Lógicamente, no estamos hablando de ir en shorts o en chándal a la oficina, no… Tampoco es eso, hacen falta unos mínimos a la hora de vestir, pero ¿realmente hace falta chaqueta y corbata para ser mejor profesional?

Todo esto viene a cuento del siguiente artículo que  comentaban dos grandes amigos de la casa, Elena y Rafa, el jueves por la noche en twitter: Mejor con chaqueta y corbata: por qué debes vestir más formal en el trabajo.

En 2012, los profesores de la Northwestern University (EEUU) Hajo Adam Adam Galinsky definieron en un estudio del mismo nombre el concepto de enclothed cognition para describir la influencia sistemática que la ropa tiene en los procesos psicológicos del que la porta. Los profesores llegaron a la conclusión de que los ropajes que asociamos a una profesión concreta hacen que sus portadores estén más concentrados y sean más cuidadosos en su labor, con independencia de que sean verdaderos profesionales del ramo.

Pero lo que realmente más me llamo la atención del artículo fue la siguiente afirmación: la ropa de listo te hace más listo. ¡Toma ya!

Si ponerse una bata de médico te hará creer que eres médico, ponerte una corbata te hará parecer que eres capaz de resolver problemas de gestión, y ponerte un uniforme te hará entrar en trance y convertirte en superpolicía… yo ya me estoy comprando un traje de bombero, a ver si cuando me desabroche la chaqueta me han salido esas tabletas tan bien marcadas que lucen estos “cuerpos” en los calendarios, jajaja…

Pero como esta es la entrada nº 300 del nuevo SobreviviRRHHé! (la 1.300 en total de nuestra experiencia bloguera) hemos querido tener una invitada especial. Y así tenemos también la visión femenina en esta cuestión que hoy nos ocupa.

Conocí a Lola Corchero cuando era la subdirectora de gestión del Área de Recursos Humanos del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid, luego sus ocupaciones la llevaron hasta Extremadura. Sea como fuere, y como compañeros del SNS hemos mantenido el contacto desde aquel entonces, y como el jueves por la noche se cruzó en la conversación tuitera que dio inicio a este post, le pedí que nos rematara este post con su opinión:

Compartimos reportaje hace años y luego nos conocimos personalmente… Y como soy seguidora de su blog… Por la profesión, por amigos o por twitter! hemos mantenido contacto.
Y al leer este artículo, me vi obligada a entrar al trapo y mucho más a colaborar en el querido SobreviviRRHHé!

Aunque no debiera ser así, la apariencia, donde se incluye la indumentaria y la edad, dicen mucho de cómo el que está enfrente nos aprecia, también el que tenemos al lado.

Es cierto que uno puede sentirse distinto cuando se viste para la ocasión, por ejemplo un poco disfrazado en las BBC (bodas, bautizos y comuniones) o elegante en actos protocolarios, pero a la larga, el hábito no hace al monje, a pesar del estudio me niego a creer que la corbata o los tacones hagan más listo al que los lleva o más educado.

Pero, ah, somos humanos y nos dejamos llevar por las primeras impresiones… Si con 25 años una joven directiva se enfrenta en vaqueros, blusa y zapato plano a un jefe de servicio, tened por seguro que éste la respetará menos que si se enfrenta a  la misma joven con traje de chaqueta… Imaginaos la misma situación en nuestros compañeros del otro género. El joven directivo que en vaqueros y camisa tiene una reunión de trabajo con un Jefe clínico o si tiene la misma reunión con traje y corbata.

De verdad… La percepción, actitud y conclusiones  del jefe (de su servicio, que no del directivo!) no será la misma… Y he utilizado al Jefe asistencial con toda la intención, porque cuando esto pasó esos jefes no bajaban de los 55 años… Con otra edad el escenario es ligeramente distinto, a saber:

Si esa misma joven, con algunos trienios más y gafas de ver de cerca vuelve a tener esa reunión con el mismo jefe (que también ha cumplido años) es posible, muy muy posible, que sea mejor recibida, apreciada y valorada si su atuendo son vaqueros y zapato plano y quizás una americana, que si va estirada con un traje de chaqueta y unos taconazos que solo podrá aguantar en la reunión… Esto no lo he podido comprobar en el otro género.

El escenario cambia si en lugar de ser primer encuentro o primera impresión, hay ya una relación profesional más duradera.

En definitiva, mi comentario al artículo fue:

@anler7 @RafaelTimermans @goroji lo que sí es cierto es que la vestimenta tiene que ser la apropiada al trabajo, lugar y circunstancias:)—
Lola Corchero (@lolacorchero) February 06, 2014

Y las circunstancias es lo que he venido a contar aquí…Aunque no me he referido a las circunstancias que suponen desarrollarnos profesionalmente en una empresa o Institución con su cultura y valores, imprescindibles! No me extiendo más porque mi admirado Iñaki no me volverá a invitar!

Moraleja u opinión personal, como humanos que somos, vivimos en sociedad y estas pequeñas reglas no escritas a veces garantizan que la convivencia se suavice… Eso sí, una tiene que sentirse cómoda con su indumentaria.

Muchísimas gracias Lola. Ha sido todo un placer volver a compartir líneas contigo (ya no me acordaba de lo del artículo de Diario Médico) Y tranquila, estoy seguro que igual que a mí me ha gustado, le gustará a nuestros lectores… y no me va a quedar más remedio que volver a invitarte a ésta tu casa. Es más, desde este mismo momento, ya tienes las llaves para venir cuando tú quieras: con traje chaqueta o en vaqueros, jajaja…