De cabo a rabo hay que confesarQue siempre hay algo oblicuoQue nos corta a la mitad esa burbuja vaga de certezas.
Es la puerta tirada contra el rostro,Lo vedado, lo escondido,La estaca de prohibido, puesta justo en la penumbra,Es, a decir verdad, ese heno que rueda hasta los piesY que nos llega a veces con un tornado arrugadoRepleto de astillas y basuras.
Es como una sospecha ondulada que vaga, Que sesga al través esos instantes pavoneantes; Días de no creer pero que llegan, que se quedany donde para ser sinceros, ya con ellos, no nos queda de otrasino ponernos a cuidarlos como si fueran el poco tiempo que nos resta.
A veces tenemos el presentimiento a punto de incendiarseY perforamos la piel hasta fecundar el corazón con dátilesOtras sentimos una mosca pavo real enterrando perplejidades debajo de un invierno.
Son cosas para no sentirse seguro en uno mismo;Es como llevar los dientes flojos tras morder lamentosY resignarse a una cuenta de pródigos regresos.
Es como vivir apenas… Escondiendo en la mirada el perro que se quedó gimiendo tras ser apaleado en la ermita de un dios indiferente.
Habitar así llevando hacia la fosa años como si fueran parásitos de un céfiro suspiro es negarse o por lo menos no querer saber que se tiene una fecha de vencido en las axilas.
Hay túneles que nos salvan del desquicio,De la demolición levantando polvo hasta el espíritu.
Hay caballos que remolcan la noche hasta su conchaY donde el silencio es apenas un reflejo en el pantano.
Hay espejismos que nos pasan por encimaComo si fueran hordas de nubes huyendo de la luna.
Y sin embargo creemos en el amanecer como si fuera una promesa y repartimos buenas noches y besos en las frentes.
Así es la demostración de lo invisibleLlega de pronto y nos saca el seso como si fuera un feto Y lo pone a llorar en la misma cuna perdida del asombro.
Son trenes que rondan a antiguos juegos infantiles,Escrúpulos que se hincharon hasta salir volando Como si hubiesen sido fecundados por el fuego.
Algo de brasa se ilumina en la ceniza;Es a veces esa cosa natural y humanaQue repercute hasta saltar en chispas.
Una clara muestra de porfiados que llevamos Y que a pesar de todo y tantoNo nos quita la gana de prenderle fuego al paraíso.