-“The Butcher’s voice”, de Stuart Warwick: se habla de Rufus Wainwright para etiquetar a este músico, y aunque se encuentra algunos peldaños por debajo del genio canadiense, lo cierto es que Warwick suena igualmente emocionante y solemne cuando nos ofrece delicadas piezas de envoltorio orquestal. Ecos de cabaret, pop minimalista e interrogantes de género en un artista al que habrá que seguir de cerca.'Crush'
'Man With a Pussy':
-“The next day”, de David Bowie: pasado el humo del inesperado regreso del duque, y aunque aún resuenan los aplausos unánimes que mereció esa jugada maestra, vale la pena escuchar su álbum sin prejuicios para concluir que, en efecto, es un excelente trabajo. En su madurez, Bowie recoge muchos de los estilos que ha ido frecuentando a lo largo de su carrera, y con un punto de chulería que bien puede permitirse imparte lecciones de composición: aquí está el Bowie-Ziggy (The next day, Boss of me, How Does The Grass Grow?), el baladista eterno (Where Are We Now?), el creador de pop pegadizo (Valentine’s Day), el electrónico y experimental de Earthling(If You Can See Me), el magistral cocinero de funk y blues de Black Tie, White Noise (Dirty Boys, Love is Lost), y el rockero urbano que tira de riff y coros para parir un single (The Stars (Are Out Tonight)). Alguna caída tiene, pero en general es un disco mucho más variado, redondo y enérgico que la mayoría de lo que se publica, y sin duda que ocupará un buen lugar en su discografía, al menos para quien sepa librarse de los tics habituales en torno al pasado supuestamente impecable de los grandes artistas. Genial, por cierto, el vídeo de The Stars (Are Out Tonight):
-“Bloodsports”, de Suede: decepcionante. He leído algunas críticas de seguidores del grupo que valoran la recuperación del “sonido Suede” frente a los experimentos en solitario de Brett Anderson (que, por cierto, algún día serán mejor reconocidos y valorados). Y posiblemente el error de inicio sea ése: hacer abstracción de la edad, la evolución y experiencia de los músicos para tratar de reproducir lo que hacían veinte años antes. Así que encontramos muchas guitarras vigorosas y la voz aguda y chillona de Brett sobre melodías aburridas, carentes de gancho o emotividad. Lástima. 'It Starts And End With You':
-“Delta Machine”, de Depeche Mode: otro disco “a la manera de”, en este caso de sí mismos en los noventa, con el tono áspero de Ultra. Y al igual que en el caso anterior, falla la composición. Se trata de un simple ejercicio de estilo que resulta ya cansino, tanta oscuridad, tantos cielos, ángeles e infiernos, cacharrería gótica… Van pasando los temas y apenas la mitad merecen ser incluidos en un disco de Depeche Mode. Pero al menos esos nos recuerdan lo grandes que son. 'Heaven':
-“Baile de magos”, de Joe Crepúsculo. Seamos claros: el mejor disco de baile que se haya publicado en España en decenios. Y es que cualquier banda con necesidad de hits debería contratar a este tipo que parece escogido por los dioses para tener la capacidad apabullante de componer éxitos inmediatos. El tono descuidado, la voz arenosa y la pose indiferente continúan como marca de la casa. Uno tras otro los temas son perfectos. El que pueda que lo supere. No os perdáis el vídeo de 'Mi fábrica de baile', donde 'Yo soy la Juani' se funde con 'Tron Legacy' o algo así, y en el que Crepus aparece homenajeando (?) a aquel personaje surrealista disfrazado de tigre que nos descoloraba en la "La piel que habito", de Almodóvar.
-“Lost sirens”, de New Order: descartes de su último álbum de estudio, el Waiting For The Sirens' Call de 2005. Son simplemente eso, descartes literalmente entendidos como tales, lo que explica el escaso ruido que ha originado a pesar de tratarse de un "disco de New Order". Apenas Sugarcane nos levanta del asiento y nos recuerda quiénes eran. Podemos seguir consolándonos escuchando por enésima vez el magistral 'Technique'.'Sugarcane'