Aurora not dead

Publicado el 26 noviembre 2015 por María Bertoni

Se va lo que se pudre. Por eso ya hice el trámite: me anoté en el crematorio, con cajón y todo. No quiero que me muerdan los gusanos, que ya en vida me han mordido bastante.

El señor que me atendió me preguntó: ‘¿Trae el cuerpo para cremar?’. ‘Sí, el mío, pero vas a tener que esperar’. Llené la planilla y escribí mi necrológica. Lo único que no puse es la fecha porque no sé cuándo me voy a morir, pero escribí: Sus restos fueron cremados y sus cenizas, esparcidas en el bosque de La Plata, ciudad a la que amó tanto. Tal cual.

El muchacho me miraba. ‘Nunca me pasó algo igual’, me dijo. ‘Ah, yo soy muy original’, le dije. Después me compré el cajón, pero le dije que quería algo baratito. Total va al horno”.

Además de escritora, Aurora Venturini, fue amiga de Evita. Fue prácticamente proscripta por su peronismo confeso e incondicional.

Desde el martes por la tarde, nuestros medios anunciaron la muerte a los 92 años de Aurora Venturini, escritora platense que obtuvo el debido reconocimiento recién en 2007, cuando su libro Las primas ganó el concurso Nueva novela de Página/12. El mismo diario publicó ayer esta semblanza redactada por Silvina Friera, periodísta también responsable de esta entrevista realizada en 2008.

De aquel reportaje provienen las declaraciones que abren el presente post, y que pintan de cuerpo entero a esta escritora víctima de la proscripción anti-peronista. Se parecen a aquéllas que Agustina Massa y Fernando Krapp registraron para el retrato cinematográfico que pre-estrenaron en la 15ª edición del BAFICI.

Beatriz Portinari se titula aquel documental memorable no sólo porque contribuyó al descubrimiento de un referente sin precedentes, sino porque dio cuenta de la destreza de los realizadores a la hora de enfrentar el peor contratiempo para un trabajo de estas características: que la figura homenajeada cancele su participación sin previo aviso y en plena filmación.

La resistencia que Venturini opuso desde antes mismo del rodaje también la pintó de cuerpo entero. La estocada final -ese plantón irreversible- ilustró la opinión de la también escritora Mariana Enríquez sobre su admirada colega veterana: “Es una punk de (entonces) 90 años”.