Esto que publicaba el otro día Noa de la Torre en El Mundo. Esa sensación de que la continuidad se rompe: tus abuelos solo conocieron a un crío (o tus padres, si se van demasiado pronto) y se perdieron todo lo que viene después. Aunque lo imaginaran, nunca llegaron a saber que ese niño que correteaba acabó siendo padre de familia, o periodista, o abuelo a su vez. En un mundo diferente, que nada tiene que ver ya con el que ellos conocieron. Qué hermoso texto. Y qué duro.