Australia lucha para que todos los niños sean vacunados

Por Pequelia @pequelia

El Primer Ministro australiano Tony Abbott ha anunciado una curiosa medida, los padres australianos que se nieguen a vacunar a sus hijos podrían perder los beneficios sociales y fiscales, lo que supondría una pérdida de unos 11.000 dólares (unos 10.500 euros). Al parecer, hasta la fecha en Australia los padres se podían negar a vacunar a sus hijos por razones médicas, religiosas o por haberse declarado objetores, sin embargo, podían seguir recibiendo los beneficios sociales y fiscales que brinda el Gobierno por los hijos.

Bajo la premisa, ‘no hay vacuna, no hay paga’, se pretende eliminar la exención de objetor de conciencia para el próximo año. La elección que realizan las familias de no inmunizar a sus hijos contra determinadas enfermedades es algo que no se puede soportar en el sistema sanitario actual, ni por los laboratorios de investigación científica, ni por la población en general. Estas familias no pueden beneficiarse de las ayudas que brinda el Estado cuyo dinero procede de todos los contribuyentes, así lo considera el Gobierno del país. Australia lucha para que todos los niños sean vacunados, pero existe una gran oposición a las medidas que se quieren adoptar.
Durante la última década, el número de niños que no han sido vacunados contra el sarampión u otras enfermedades infecciosas peligrosas se ha duplicado, y esto va en contra de la salud de la sociedad. La razón por la que la mayoría de los padres no quieren vacunar a sus hijos es porque creen que las vacunas provocan autismo, algo que se ha demostrado que no es verdad. Al respecto os recomendamos retomar la lectura de este post en el que hablábamos sobre el miedo a las vacunas, sobre la convicción de que las vacunas causan autismo, os transcribimos un fragmento del mencionado post:

“Este mito surgió a raíz de un estudio británico que se publicó en la revista científica The Lancet y que se desacreditó posteriormente. Dicho estudio se publicó en el año 1998 y muchos padres de hijos con autismo creyeron en sus conclusiones, llegando a demonizar a las vacunas. El estudio provocó que muchos padres no quisieran vacunar a sus hijos con los consiguientes riesgos que ello conllevaba.

El estudio fue desmontado, los datos clínicos de los pacientes participantes (sólo 12) eran falsos, por lo visto el estudio estaba pagado por un bufete de abogados que tenía la intención de utilizar los resultados para demandar a una farmacéutica. Se han realizado posteriormente estudios sobre el tema dada la polémica que se generó y los resultados han sido siempre los mismos, no existía relación entre las vacunas y el autismo.”

El Primer Ministro del país explica que las exenciones por razones médicas o religiosas se mantendrán, pero se revisarán las directrices y serán más rigurosas que hasta el momento. Hay que decir que hasta la fecha, ninguna organización religiosa del país se ha opuesto formalmente a la inmunización por vacunación, por lo que para argumentar cuestiones religiosas se requerirá una posición formal del organismo religioso negando las vacunas.

Resulta curioso saber que a pesar de los beneficios que ofrecen las vacunas, miles de australianos se oponen a ellas y por ello han iniciado esta petición en la plataforma Change.org, pidiendo la retirada de estas medidas. En ella se solicita además que no se castigue a los padres con sanciones inconstitucionales por realizar una elección acerca de la salud de sus hijos (por cierto, para muchos seguramente es una elección mal realizada). Según nos explican aquí, miles de familias podrían perder los beneficios sociales, según el Gobierno de Australia, más de 39.000 niños menores de siete años no han sido vacunados debido a que sus padres se han declarado objetores de conciencia.

El Gobierno del país está dispuesto a luchar para preservar la salud de los niños, aunque los opositores creen que lo que en realidad está haciendo es condenarlos. Seguramente este tema va a traer cola y no tardaremos mucho en conocer nuevas noticias.

Foto | Andrés Rueda

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