Alguna vez ocurre que nunca amanece y la noche se queda enganchada a mi colchón, la increpo: fuera, noche, desaparece; y ella, impávida, sigue en sus trece: "quiero pasión".
Si yo tuviera el aro de Giges le pediría desaparecer, solo lo haría para camuflarme de algunos espías que no quiero ver. Nunca sería para sorprenderte bebiendo de otras ambrosías, me excita más la alevosía brutal de no verte cuando no eres mía... e intentaría que mi transparencia fundiese con tu anatomía, y ya entrados en herejías tu concupiscencia me reencarnaría... pues contigo sé que volveré a sentir el arrebato, el arrebato de vivir.
Que el mundo fue y será una porquería ya lo dijo Enrique Santos, y hoy tengo un día de esos en que sufro toda esa poesía cruel, aunque me temo que yo mismo soy quien me produzco más espanto al verme comprendiendo las razones de Caín matando a Abel.
Me fugaría a Transilvania para convertirme en un vampiro para no ver tras el espejo al bicho infame que dice ser yo (ay si pudiera ser, invisible...) pero me abrazas y aún sabiendo que tus brazos son un mal retiro, me tiro a tus infiernos donde habita el diablo que te re-creó...
Alguna vez ocurre que nunca amanece, la noche de afuera mira la hora, y la noche de adentro devora mi corazón.
Gracias a Luis Eduardo Aute (músico, cantautor, director de cine, pintor y poeta español) por poner palabras e imágenes a tantas sensaciones y sentimientos tan difíciles de describir, y de un modo tan rotundo y genial.