El auto-estigma existe y suele ser muy dura con las personas que tienen un trastorno mental. Cuando nos convertimos en madres y padres ese auto-estigma aumenta y también nuestros intentos de que los demás vean que lo hacemos bien. Mejor dicho, perfecto, que somos geniales y se nos da de maravilla todo.
En mi caso el auto-estigma es una parte muy grande de mi vida, ya estaba ahí de pequeñita. Al igual que mi TLP porque no estoy luchando con un solo trastorno, sino varios que se encierran en la descripción de éste. El mayor problema: la depresión, que hace que no pueda estar dando el 100% de mí en mi vida.
El auto-estigma hace dudar de todo
Desde que era muy pequeña he tenido grandes aspiraciones. Quería conseguir hacer cosas que luego no terminaba de hacer. Aún siento que tengo que hacer algo importante con mi vida, apesar de todas las cosas que he hecho hasta ahora.
El auto-estigma, además de mi enfermedad mental, han jugado buena parte en ese sentimiento. Porque se cuelan siempre cuando estoy en el punto álgido de mi vida, cuando puedo verme fuerte haciendo un montón de cosas. Entonces vienen y me hacen dudar de todo, incluso de mi misma y de los demás, sus intenciones respecto a mis objetivos e ideas. De forma que lo dejo todo por ver que no es para mi o no valgo para ello. Porque nunca va a ocurrir. Sí, la autoexigencia puede llevarnos a dudar de nosotros mismos y nuestras capacidades.
¿Te has dedicado adjetivos negativos alguna vez?
En muchas ocasiones me he dicho que era una inútil y que no servía para nada. No me importaba que la gente me llamara loca, estúpida, idiota, fea o cualquier cosa negativa. He llegado a odiarme a mi misma y a desear desaparecer.
He odiado mi cuerpo. Bueno, algunas partes de él, como mi tripa flácida postparto, los kilos que no se despegan de mí, mi enorme nariz o mis dientes amontonados. Me he sentido fea en todos los sentidos de la palabra, como si fuera una especie de alien.
Incluso me he dicho a mí misma que nunca conseguiría nada. Aunque sigo aquí, tras el último ingreso vuelvo a la casilla de salida. A empezar de nuevo con tratamientos y medicación cambiada. Con las fuerzas aún bajas pero con ganas de que crezcan.
Alguna vez pensé que nadie querría tener amistad conmigo por mi problema. Que la gente me huiría al saber de mí. Que a nadie le interesaría una persona como yo, que nadie me querría nunca.
En algunas ocasiones ese auto-estigma y las dudas sobre mí me han llevado a encerrarme en mí misma, no ver a mi familia o amigos, no salir a la calle ni para comprar.
Trabajando para superar el auto-estigma
Aunque mi auto-estigma me ha costado muchas cosas y tengo muchos remordimientos, también me ha dado cosas buenas. Lecciones que he aprendido gracias a esa parte de mi vida. Ahora mismo estoy trabajando en mi auto-estigma así como en dejar de tener dudas sobre mis capacidades continuamente. Que es más fácil de decir que de hacer, pero estoy en ese camino igualmente.
- Primero: aceptando que realmente tengo un problema. Tengo un trastorno mental que me va a acompañar toda la vida. Que puede estar dormido y que mi vida sea normal o se despierte con furia y me deje echa trapillo.
- Segundo: pidiendo ayuda. Es importante contarle al psicólogo este tipo de cosas. Si tienes dificultades para aceptar tu diagnóstico habla con el profesional que te lleva.
- Tercero: dejar de pensar en blanco y negro. Reflexionar cuando me digo las palabras “siempre”, “nunca”, “todo” o “nada. Aunque sea en mis pensamientos. Suelen ir acompañadas de cosas que no son reales, solo una percepción propia de la realidad.
¿Cómo lucho contra ello?
Visibilizando la salud mental desde este blog, mi podcast y las diversas redes sociales en las que estoy presente. Haciendo que no suponga un estigma, si no una faceta como cualquier otra.
Haciendo que mi TLP no se apodere de mi vida por completo. Sí, tengo una depresión pero eso no acapara mi día las 24 horas. También tengo un peque y juego con él mientras trato de disfrutar de los pequeños momentos. He escrito un libro que ha acabado publicándose. Saco tiempo para jugar de vez en cuando a algún juego de ordenador o con el móvil, casi siempre sudokus y solitarios jaja.
Hablando con otras personas que se sienten como yo. Porque me ayuda a mí tanto como a ellas. Nos ponemos en otro lugar y es más fácil ser objetivo cuando se trata de otra persona. La racionalidad se impone y soy capaz hasta de dar consejos.
Luchando. Sí, es redundante, pero es lo más difícil. Seguir adelante cada día con la lucha. Ser consciente de que son zancadillas que me pongo a mi misma, que está en mí salir adelante y racionalizar las ideas negativas que tengo.