Posted on 9 noviembre, 2012 by juanmartorano
La reacción histérica, de la derecha ante la ley de las comunas, nos remonta hasta los orígenes de su valoración como clase y de su reiterativa conducta en situaciones de cuestionamiento a su estructura política original de dominación.
La ideología del liberalismo impone la organización política democracia representativa, con este principio excluyente; “solamente unos cuantos son capaces de dictar la verdad, la razón y la ley”. Los obreros, las mujeres, los analfabetos, los pobres, cuya insuficiencia racional no les ha permitido acumular propiedades, no tienen capacidad para decidir las grandes cuestiones del gobierno. No ejercerán el voto quienes no poseen “razón pura”.
En las ideas de Russeau y Mansillo de Papua, notables pensadores de la republica del renacimiento, esta el cuestionamiento a esta democracia excluyente. Russeau repetía: el que se deja representar o es idiota o esclavo. La idea de autogobierno la plantea como un fin en sí mismo. “Un orden político que ofrece oportunidades para la participación en los asuntos públicos, no debe ser simplemente un estado sino debe implicar la formación de un nuevo tipo de sociedad. Una sociedad en que a los asuntos de estado estén integrados los ciudadanos normales. (El Contrato social: pp.82, 114,). Apoyados en la filosofía de la polis griega, estos pensadores subrayaron el valor intrínseco de la participación política para el desarrollo de los ciudadanos como seres humanos.
Ante la lucha de mujeres y obreros por el derecho al voto, la oligarquía francesa construye la idea de “País legal o político y país real”. Propiedad y educación como exigencias básicas para ejercer el voto son garantía del país político amenazado. Estas son sus expresiones: ¿Qué pasaría cuando masas ignorantes incapaces de comprender las teorías del mercado de Adam Smith controlaran nuestro gobierno? Y haciendo alusión a la comuna de Paris, repetían: ¿Nos conducirá al comunismo?
¡Comunismo!, repite el secretario de PJ, Anclados en el pasado, acuden a su sempiterno argumento: el caduco anticomunismo, Están aferrados a una democracia liberal moribunda. De aquí su desesperación ante este pueblo decidido a rescatar su plena participación política. Frente al ciudadano aislado e individual, del liberalismo, en la integración comunal de sus miembros se perfila un sujeto colectivo dotado del poder que le permite reconstruir su historia, y rescatar definitivamente su esencia como ser social e histórico. Un hombre nuevo en una sociedad nueva.
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