Autopista hacia el mal. Parte II. Final.

Publicado el 09 enero 2020 por Carlosgu82

Nuestras miradas se cruzaron cuando ambos luchábamos por el último apreciado y apetitoso langostino, encendiendo un interruptor en mi mente y permitiéndome ver con total claridad ese oscuro túnel que es el pasado. Los recuerdos de mi niñez que tan bien escondidos se encontraban en mi yo profundo, se fueron tiñendo de lágrimas, temor y mirada depravada. Las pesadillas se habían convertido en realidad poniendo cara a la maldad, que tan oscuro tormento de horror y desesperación impregnó mi infancia. La cena llegó a su final con los típicos regalos, a la vez que mi venganza viajaba por mi mente con un deseo desmesurado.

Deseando con una avidez latente mi reencuentro con tal amargo recuerdo, mi inspiración se dibujo consciéntemente leyendo un relato de Poe.

Llegó la ansiada noche, quedando con la excusa de ver el partido y tomar unas birras, quedamos en un bar, elegido según mi plan. Ayudándome del vodka con limón, su bebida favorita cuando quiere olvidar las largas horas de trabajo y de unos somníferos de compré esta semana en la farmacia, dejarían a mi tío como un muñeco de trapo. Cuando empezó a perder la conciencia, pasé mi brazo entre su axila y con mi mano derecha agarré fuertemente su hombro. No si esfuerzo logré sacarle del bar, y me dispuse a llevarlo a un callejón oscuro, que sería testigo de sus últimos minutos de vida. A mitad del recorrido por tan angosto callejón y sirviéndome del cobijo  que me proporcionaba la noche, apoyé su ligero cuerpo en la pared con cuidado minucioso para que no se cayera, como ficha de dominó. Con disimulo saque el amplio cuchillo de mi abrigo, que hasta hace unas horas se encontraba en el último cajón de la cocina y ahora dibujaba en mi rostro una amplia sonrisa siniestra. Resplandeciendo el cuchillo en tan plácida oscuridad, me preparé a asestarle tan fuerte como pude las cuchilladas que acabarían con su vida. Sus ridículos aspavientos se fueron apagando, dejando su cuerpo inerte en la fría calle, bañada de un río de sangre.

La venganza se materializó, dejando mi cuerpo en una perturbadora calma, y vislumbrando un futuro de sangre y muertes, que se despertó en mi interior aquella noche en la caseta del brujo, abriendo una autopista hacia el mal.