Vicente Merlo es doctor en filosofía. Ha vivido varios años en la India, especialmente en el Ashram de Sri Aurobindo (Pondicherry). Fue socio-fundador de la «Sociedad de Estudios Índicos y Orientales» así como de la «Asociación Transpersonal Española». Ha sido Miembro del Consejo Asesor del Parlamento de las Religiones del Mundo (Barcelona 2004). Actualmente es miembro de la «Sociedad Española de Ciencias de las Religiones» y profesor asociado de la Universidad Autónoma de Barcelona, así como fundador y profesor del Máster de Historia de las Religiones en la Universidad de Barcelona. Imparte la primera asignatura universitaria de Teoría y Práctica de la meditación. Merlo es autor de diversos libros como "Las enseñanzas de Sri Aurobindo" (Kairós, 1998), "La fascinación de Oriente" (Kairós, 2002), "La llamada (de la) Nueva Era: Hacia una espiritualidad mística y esotérica" (Kairós, 2007), "La pasión filosófica: semillas filosóficas de Oriente y de Occidente" (Fundación Sri Aurobindo, 2008).
Reproducimos a continuación unos párrafos de su capítulo en el libro que ha titulado Metapolítica y supramentalidad:
En la segunda de las obras citadas todavía destacan más sus reflexiones histórico-políticas y podríamos decir que construye una filosofía de la historia en la que el objetivo es la unidad humana, habiendo partido de asociaciones fragmentarias y disgregadas: familias, comunas, clanes, tribus, polis (ciudades-estado), hasta llegar en la modernidad a las naciones y a lo largo de todo el camino a distintos intentos de imperios más o menos abarcadores . Su obra apunta hacia la consumación del proceso de unidad planetaria . Como siempre, defensor de la libertad, aunque no menos de la igualdad y la fraternidad, no se ahorra críticas a los Estados omnipotentes y omnicompetentes –como él los llama- y comenta lo que denomina “el triple evangelio moderno” en los siguientes términos, en un texto que creo merece citarse en toda su extensión:
“Fraternidad existe sólo en el alma y por el alma; no puede existir a partir de ninguna otra cosa. Porque esta fraternidad no es un asunto de parentesco físico, de asociación vital o de acuerdo intelectual. Cuando el alma exige libertad es la libertad de su autodesarrollo, el autodesarrollo de lo divino en el hombre, en todo su ser. Cuando el alma exige igualdad, lo que exige es esa libertad igual para todos y el reconocimiento de la misma alma, la misma divinidad en todos los seres humanos. Cuando lucha por la fraternidad es fundando esa igual libertad de autodesarrollo en un objetivo común, una vida común, una unidad de mente y sentimiento basados en el reconocimiento de una unidad espiritual interna. Estas tres cosas son, de hecho, la naturaleza del alma; porque libertad, igualdad y unidad son los eternos atributos del espíritu” (IUH: 547)."
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