Avance de Cuidarte el alma by Mariel Ruggieri

Publicado el 05 septiembre 2014 por Annagrey


niñas!!!!
Están preparadas para un pequeño vistazo del próximo libro de Mariel Ruggieri???Esperen....sabían que va a publicar un nuevo libro?no?...bueno yo tampoco sabia...pero si, gracias  a nuestra querida Mayte (que ahora se su secreto de porque esta taannn informada) nos podemos enterar y no solo eso...porque ella no hace nada a medias sino nos pica con una probadita...
Fecha de publicación  11 de Septiembre 2014
sinopsis:"—¿No te gusta el sexo, Andrés?
—Sí, me gusta el sexo, Gabriela… El tema es que me gusta más hacer el amor. Descubrí que me excita el sentir cosas por mi compañera de cama, y saber que ella siente lo mismo por mí. Después de hacerlo de esa forma, el sexo por calentura pierde un poco la gracia. Llamáme anticuado si querés, pero así soy yo…"
 En el momento más triste de su vida, el duende de las casualidades pone en el camino de Gabriela, al enigmático e increíble Andrés Otero.
Para una mujer de cuarenta y cuatro años con dos divorcios a cuestas y que no quiere compromisos, este hombre tiene todas las desventajas: es demasiado atrayente, es demasiado querible, y ni siquiera es casado. Peligro, peligro. Alerta roja.
¿Cómo lograr llevar a la cama a un hombre que pondera los sentimientos por encima de las ganas? ¿Cómo evitar desear enamorarlo? ¿Como lograr no enamorarse?
El deseo de disfrutarlo, es el anzuelo. Descubrir la pena que lo tortura, es la carnada. Y lo que tira del sedal es esa dulce forma de demostrarle que más que para adorar su cuerpo, él fue creado para cuidarle el alma.

checalo en:

Capítulo 1
Ah... Gabriela... —susurra, y yo ya sé lo que se viene. Tengo claro que para él soy la reina de las mamadas, pero ojalá que esta vez ni se le ocurra mencionarlo. —Sos la mejor chupándola, en serio…Lo dijo. Nadie le preguntó nada pero lo dijo. ¿Ahora sigo o se la muerdo?—Mmm...Sigo. No sé por qué, ni para qué, pero sigo. Es decir, lo hago porque me gusta... ¿O lo hago porque le gusta? ¿Es necesario que me haga estas preguntas mientras se la chupo? ¿No es mejor repasar la lista del súper, como siempre?—Sí... Así, mami... Así...Mami. Mami en casa para mis hijos, mami en el trabajo para César. Esa soy yo. Dos distintas versiones, claro. Pero en ambas termino haciendo siempre lo que desean los demás, como ahora.A ver, apuremos el trámite. Si me ayudo con una mano... Arriba, abajo. Muy bien. A ver con las dos. No, no da. Bien, será con una, entonces. Es evidente que hoy no estoy en vena.Pero lo estaba. Entré a esta oficina con la peor de las intenciones: que un macho joven y potente como este me partiera en dos. Pero en lugar de un buen polvo que me pintara una sonrisa de oreja a oreja toda la tarde, lo que obtuve con mis besos y mis artes de calienta braguetas, es terminar una vez más de rodillas bajo el escritorio.Ay no, no lo hagas. Pero lo hace. Debe creer que Dios nos dio dos asas en lugar de orejas, porque me las tiene aferradas y comanda los movimientos de mi cabeza a su antojo. Voy a hacer una arcada, lo sé. Ya la veo venir. Pero no; me salva el teléfono. Suena mi celular y es uno de los tres ringtones que nunca dejo de atender: el de mi hija. Es escucharlo y en dos segundos desalojo mi boca y contesto.—Sí.—Hola mamá de Paulina. Soy Belén.—Hola Belu. ¿Qué dice la loca de mi hija? ¿Todo bien por ahí?—Todo bien. Dice que si la dejás ir a casa luego del cole para hacer la tarea.—Sí claro... Ahora me quieren hacer creer que es para hacer la tarea. Van a ver juntas a Violetta en la tele, ¿o no?Escucho como cubre el teléfono y luego me llega su voz apagada. Parece estar repitiendo lo que le digo, y también me parece estar viendo a mi hija gesticulando con asombrosa velocidad, indicándole a su amiga qué es lo que debe responder, o algo peor.—Dice Pauli que... Dice que vamos a hacer las dos cosas, Gaby.Sí, como no. ‘Pauli’ seguramente no dice eso, sino alguna palabrota que aprendió en el lenguaje de señas recientemente.—Decile a Pauli que soy como Gran Hermano, y lo veo todo. Y que no me gustó nada lo que acaba de decirte, pero voy a hacer de cuenta que no lo vi y por esta vez pasa... Yo le aviso a Aurora, y cuando salga del trabajo la voy a buscar, Belu.No me puedo poner exigente, y menos cuando estoy de rodillas entre las piernas de un hombre, y debajo de su escritorio. No tengo autoridad moral para nada en esta situación.—Okis —me responde, y corta.Y antes de que pueda hacer lo mismo, César se aferra nuevamente a mis orejas como si le fuese la vida en ello.Entiendo qué es lo que desea. Mi hija es sorda, lee los labios y se comunica por señas así que el lenguaje gestual se me da muy bien. Pero una cosa es entenderlo y otra muy distinta es hacer lo que él quiere.Lo tomo de las muñecas y lo detengo.—Esperá, Cesar.—Dale, Gabriela, que ya estoy…Ah, mirá qué bien. El señor ya está. Eso me tranquiliza un montón…No me gusta que me presionen, y él lo sabe bien. Cuando me apuran, surge en mí un espíritu de contradicción que me obliga a replicar cada cosa que me dicen, y a hacer lo contrario a lo que me indican, aun en contra de mis propios intereses.Y así como soy de complaciente cuando vienen por las buenas, cuando me siento presionada automáticamente me pongo de malas.—¿Vos te pensás que soy una máquina de hacer mamadas, nene?—Ah, mirá que fina te ponés… ¡Con esa misma boquita hablabas recién con la amiguita de tu hija!—Con esta misma boquita te la estaba chupando, y no te escuché quejarte. Y te digo ‘estaba’, porque ya no —le aclaro, y automáticamente me pongo de pie y me paso el pulgar por las comisuras.Más rápido que el viento se para, y así con todo al aire me oprime contra su cuerpo.—No tan rápido, chiquita.¿Les dije que odio que me presionen?—Chiquita la tenés vos —replico, y no termino de hacerlo cuando me aleja y se la mira con el ceño fruncido.No puedo evitar soltar una carcajada.—Gabriela, no te rías…Me muerdo el labio inferior, pero mis ojos siguen sonriendo.—César, esto pintaba bien pero… Fue la llamada, no es tu culpa.Creo oportuno liberarlo de sus dudas; después de todo aún conservo mis orejas y aquí no se ha perdido nada.—Vení, mami. Retomemos… Dale.—Esta noche —lo desafío, aun sabiendo que no podrá hacerlo. Es el cumpleaños de Claudia, y por lo tanto imposible que pueda escapar a sus compromisos familiares.—Sabés que no puedo…Me encojo de hombros; no me hago cargo. No me hago cargo de nada.Apenas puedo con mi mochila, así que no voy a echarme sobre la espalda la mochila de nadie más.—Me voy a trabajar, bombón. Alguien tiene que hacerlo… —le digo, y antes de que pueda replicarme me escabullo hábilmente y cierro la puerta detrás de mí. Tengo la sensación de haber ganado, pero una vez más me retiro con las manos vacías y un sabor amargo en la boca, y no es por lo que están pensando.Socios y amantes… Al final, no era tan buena idea.No sé si soy una mujer afortunada o una desgraciada. Supongo que todo tiene que ver con una cuestión de perspectiva más que con la realidad objetiva, y será por eso que mis balances siempre resultan un desastre. Y eso que soy Contadora Pública.Vamos a ver, considerando que mi mamá se murió cuando era niña, podría decir que ya arrancamos la vida con números rojos.Pero si empiezo a sumar, tengo que poner a mi tía Aurora en el haber… Decir que la hermana de mamá fue una segunda madre, es decir poco. Ella fue y sigue siendo la única mamá que conocí, mi amiga, mi pilar y mi muro de contención. No hay duda que Aurora embellece mi vida.Ahora, si le restamos a Bernardo el padre de Alejo mi hijo mayor,volvemos a cero. Qué máquina de hacer cagadas ese tipo, y yo de justificarlas. Cinco años de esquilmar sistemáticamente mi billetera y mi paciencia se pueden anotar como números negativos, sin dudas.Si no fuera por Alejo volveríamos a los números rojos, pero él suma, vaya si suma. Cuando pienso en eso, enseguida me siento parte del club de las afortunadas.Un chico maravilloso por donde lo miren. Mi bebé, mi orgullo, mi… Ay, necesito un babero. Dieciocho años, y tan bello que duele mirarlo. El mejor de su clase, graduado con honores. Se salteó la edad del pavo, y ahora es un hombre joven pero súper maduro, y también es el equilibrio que a veces necesito.Y sin dudas es otro de los pilares que me mantienen en pie, y una de las dos mejores cosas que he hecho en la vida. La otra es Paulina, mi guerrera.Mi relación con su padre fue demasiado corta. Un año duró solamente mi matrimonio con Hugo, pero fue suficiente para poner en mis brazos a mi pequeño sol. Tiene once años de pura valentía y arrojo y el haber nacido con una discapacidad jamás significó números rojos para Pauli. Directamente ni se dio por enterada, y el resto de nosotros no tuvo otra opción que aceptar con naturalidad lo que sucedía. Es que si no fuese así, no sería ella. Y lo cierto es que así como es, es maravillosa.Es un rayo, y en más de un aspecto. Con lo lista que es, cualquier desventaja se compensa. No ha sido fácil el camino que tuvimos que transitar, pero ahora podemos decir que lo que invertimos está dando utilidades. Un balance perfecto al menos en lo que respecta a mis hijos, que multiplican mi felicidad hasta el infinito.Pero en lo que se refiere a mí como mujer, seguimos en baja. Un fracaso detrás de otro, pero continúo viva.Mi trabajo no es lo más gratificante del mundo, es cierto. Tener una automotora a medias con un hombre con el cual estoy involucrada en la clandestinidad, no puede considerarse un éxito, realmente. Y mucho menos cuando el hombre en cuestión está casado con una de mis amigas. O de mis ex amigas…Es que yo me los busco casados.Verán, resulta que los dos primeros hombres con los cuales me acosté, terminaron siendo mis maridos luego y también un completo fracaso, así que desde que mi relación con Hugo terminó, sólo me relaciono con hombres casados, o que no signifiquen una amenaza para mi preciada soltería. Y César Arenas no es la excepción, por supuesto.Todo empezó cuando Claudia se endeudó por tonterías e hizo tambalear el negocio del cual éramos socias. Él acudió al rescate y terminó quedándose con la parte de ella y también su corazón, que mi inescrupulosa amiga le entregó sin siquiera considerar que él había sido mi amor de adolescencia, antes que su marido y salvador. Cierto que hasta que ellos se casaron no empezó lo nuestro, pero podría haber sido mi tercer marido y el definitivo, si ella no se lo hubiese quedado. Bah, no es cierto. La verdad, no lo creo.Pero hay ciertos rencores que me conviene alimentar para tranquilizar mi conciencia y justificar ciertas cosas.En fin, aquí estoy y estos son mis números. A veces gano y a veces pierdo, esa es la verdad. A veces cierran las cuentas y me siento satisfecha, pero a menudo me siento con las manos tan vacías como mis arcas, y sola, muy sola.
Pero esta es mi vida, al menos por ahora. Tengo que concentrarme en lo que tengo y no en lo que me falta, y tal como lo hace Maribel, la protagonista de la novela que estoy leyendo, le presto oídos a la optimista que vive en mí, y sonrío al pensar en que lo mejor está por venir.
***
por mi salud literaria no la leeré....porque primero me emocionan y luego tengo que esperar!..pero cuéntenos...que les pareció?
otros libros de la autora: