Al día siguiente de cumplir tus 2 meses ya cambiaste de nuevo. Parece una tontería, pero te encontraste las manos. Un día, después de tu baño, juntaste tu dedo índice con tu dedo pulgar, hiciste lo mismo con la otra mano y las juntaste ambas delante de tu ojo. De manera que mirabas con un solo ojo y muy concentrado cómo tus manos, puestas en forma de pajaritos, se daban besos con el pico. Todavía se me ponen los pelos como escarpias al recordarlo.
A los pocos días, esa misma semana, decidiste que eras un chico grande y no necesitas a tu madre para manejar las cosas que van a la boca. Me quitabas las manos para sujetar tú mismo el chupete (que no tardabas ni 4 segundos en escupir). Luego te enfadabas porque no podías cogerlo para volver a meterlo en la boca. Y con la teta pretendías hacer lo mismo, cogerla tú solo. Me moría de la risa.
Cada día sonríes a más gente y con más ganas. Todavía no sabes reír con carcajada, pero doy fe de que lo intentas con muchas ganas.
Últimamente lanzas besos, o eso creo yo. Pones los labios como lo hago yo cada vez que nos quedamos a solas y parece que quieres hacer el sonido que te saca tantas sonrisas cuando te lanzo besos a distancia.
No consigues lanzar besos, pero hacer burbujitas con la boca es tu gran pasión.
El baño te sigue gustando tanto… Pero ya no lloras al salir. Pones cara mohína, pero sabes que después toca sesión de masaje con música y te dejas hacer. Aunque eso de que te pongan boca abajo no te hace mucha gracia, la verdad.
En casa lloras mucho, pero salir a la calle te encanta tanto que nadie sabe cómo lloras. Tus abuelos nos llaman mentirosos cuando decimos que nos has dado la tarde. Lo único que te calla y te duerme es la teta. Y últimamente siempre comes dormido.
Cuando te ponemos delante del espejo reconoces a la persona del otro lado que te lleva y sonríes, pero a ese a quien tienen en brazos te mosquea, tanto que acabas llorando cuando te miras un minuto.
Te encanta que te cambie el pañal, cada vez que lo hago y te digo “Vamos a tener la pilila fresca” te ríes mucho. Así que te canto mi particular canción de dejarte la pilila fresca, la pilila fresca y después la pilila seca, la pilila seca.
Últimamente por la noche estás tan cansado y no te quieres dormir que casi desesperamos. Tardamos un buen rato en dormirte, porque no te quieres dejar. Pero una vez dormido, casi aguantas toda la noche, menos una o dos tomas nocturnas.
Para terminar, ¡se te ha quitado la obstrucción en el lacrimal! Fue una sorpresa, de la noche a la mañana, literalmente, dejaste de echar esa sustancia amarilla y pegajosa del ojo. Llevamos 3 días, espero que dure. Nos ha quitado un gran peso de encima, porque si no se curaba a los 6 meses, pudiera conllevar una operación.