Yo sigo dándole vueltas a esto de la avaricia y los avaros y no deja de sorprenderme hasta qué punto algunas personas son capaces de llegar con tal de aumentar sus posesiones y no gastar para que su fortuna no disminuya; lo que me hace pensar, que en muchos casos, la avaricia no es más que un síntoma de alguna psicopatología que necesitaría tratamiento para llevar una vida plena y sana. Y si no, seguid leyendo...
J. Paul Getty hizo su fortuna durante la Gran Depresión, y tuvo intereses en unas 200 empresas, incluyendo la Getty Oil Company. En 1966, el Libro Guinnes de los Records le nombró el ciudadano privado más rico, y cuando murió en 1976, contaba con una fortuna de unos dos mil millones de dólares de la época (repito, “de la época”, ahora serían muchos más y eso que yo ya me apañaba con los dos mil millones de dólares, por lo menos me daban para acabar el mes...). Pero Getty era un rácano de campeonato, que incluso tenía un teléfono de pago instalado en su mansión inglesa. También se hizo famoso por no pagar un chantaje de 17 millones de dólares por su nieto adolescente, que había sido secuestrado en Roma en los 70. Después de negarse a pagar, los secuestradores mandaron una oreja del chico por correo a un periódico. Al final, Getty acordó pagar un rescate reducido a 2.2 millones de dólares. Está claro que esta gente no debería tener descendientes.
Y ahora quiero que os fijéis en todas estas personas y miréis bien sus caras. ¿Por qué todos son feos y con gesto amargado?. Es obvio que tiene razón quien dice que el dinero no da la felicidad. Así que ya lo sabéis, mi querid@specadores, si no queréis terminar con cara avinagrada, sed avaros sí, pero no de posesiones materiales; codiciad amor, amistades, risas, conocimientos, experiencias inolvidables y diversión.