Avatar (2009)

Publicado el 26 diciembre 2009 por Quesito


Pocahontas según James Cameron.

La parte más confusa de la película es el principio, cuando mediante la voz en off del protagonista ( Sam Worthington), un marine confinado a una silla de ruedas, nos ponemos en situación y asistimos a su llegada al exótico mundo de Pandora, un lejano planeta donde los terrestres tienen intereses energéticos y económicos. Durante el primer acto presenciamos extraños experimentos genéticos, experiencias extracorpóreas al estilo Matrix, colonialismo espacial, robots gigantes, alienígenas azules de tres o cuatro metros de altura y diversas salidas de tono que pretenden otorgar carisma a los personajes, gran parte de ellas a mayor gloria del Coronel Quaritch ( Stephen Lang) y de la doctora Grace ( Sigourney Weaver), la directora del proyecto que da título al filme. La ofuscación también se acentúa porque la película hace gala de un exagerado uso de las tres dimensiones y el espectador siente inevitablemente una primera impresión de mareo y desorientación, así que al principio uno puede llegar a pensar que el filme es demasiado freak para gustar en las salas de cine, pero esta sensación se acaba cuando Pocahontas asoma la cabeza.



Después de una introducción extraña, complicada y excesiva, la película se asienta en una trama simplona, convencional y reconocible para cualquiera que sepa en qué mundo vive, ya que los referentes son muchos y variados. Desde tardíos westerns como Un hombre llamado caballo (1970) o Bailando con lobos (1990), pasando por películas ecológicas como Gorilas en la niebla (1988) y Los últimos días del Edén (1992), la ciencia ficción épica de (1984), el romance inter-extraterrestre de la novela Una princesa de Marte (1912), o un sin fin de detalles que la emparientan con edulcorados dibujos animados como FernGully (1991) o la ya mencionada Pocahontas (1995).



En Días de cine, el programa de La 2, se aventuraron a afirmar que la película tendría la misma repercusión que Star Wars (1977) en su momento, y nada más lejos de la realidad. El único símil factible que se me ocurre con la saga apadrinada por George Lucas es que parece como si se hubieran gastado todo el dinero de aquella franquicia en rodar los dos capítulos de La batalla en el planeta de los Ewoks (1985), aquellas películas estrenadas directamente a video y que más de un aficionado ha olvidado convenientemente (me disculpo por reabrir tan dolorosa herida). Sí, es cierto que Star Wars también es un colage multireferencial, y lo mismo sucede con Matrix (1999), pero en aquellos filmes el viejo material aparece con una energía innovadora, mientras que aquí, tras la cortina de pirotecnia visual, se vislumbran los engranajes de una historia más vieja que el andar a pie. Ahora centrémonos un poco en los efectos especiales y en el popular uso de la simulación 3D que hace la película, ¿son tan innovadores como nos los están vendiendo?



Que el apartado visual es el plato fuerte del filme es una cosa indiscutible, porque Avatar por encima de todo es ESPECTACULAR. Paisajes virtuales, personajes generados por ordenador y actores reales, logran unificarse en perfecto equilibrio, donde nada en ningún momento desentona lo más mínimo. En este sentido la película es todo un hito. También hay que añadir un diseño artístico y conceptual elaborado y grandilocuente, repleto de paisajes y criaturas imposibles pero sorprendentemente reales. Alabar el gran trabajo que han hecho James Cameron y su troupe, por el que sin duda ganarán varios Oscar técnicos, es de justicia, aunque no todo sea de mi gusto, porque la paleta de colores se decanta demasiado hacia los tonos pastel y la estética tribal no me parece la elección más acertada.



Por primera vez se ha hecho un filme pensado íntegramente en 3D, y esto se traduce en que no solo hay objetos que aparentan tener volumen, sino que muchas de las escenas parecen tener profundidad y expandirse más allá de la pantalla, siendo recreadas totalmente en 3D. El efecto es indudablemente impactante, pero continúa siendo eso, solo un efecto. Cameron ha llevado al límite la tecnología actual y aunque puede que con ello gane mucha pasta en patentes, no ha inventado nada que repercuta directamente en el espectador ni en la forma actual de ver el cine. Lo revolucionario hubiera sido, por ejemplo, mantener la ilusión óptica eliminando las molestas gafas 3D, porque tras casi tres horas de película más de un espectador acabó con los ojos rojos y la vista cansada.



A pesar del extenso metraje y del plano guión, lo cierto es que el filme no aburre, y esto se debe al buen hacer de James Cameron. El director es un narrador excepcional que logra que en ningún momento decaiga el trepidante ritmo de esta aparatosa producción, que aunque pueda ser calificada como pura ciencia ficción, está más cercana a Titanic (1997) que a Aliens, el regreso (1986). En Avatar abundan los momentos espectaculares y el que se lleva la palma es la épica batalla final, una emocionante secuencia coreografiada de manera brillante, aunque con diversos errores de lógica. Resulta inquietante cuando el villano, vistiendo un gigantesco traje robot al más puro estilo Teniente Ripley, desenfunda un enorme machete de su cinturón de robot. Que alguien me lo explique.


La frase: "Señoras y señores, ya no están en Kansas. Están en Pandora."


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