Aventura de iradier en guinea ecuatorial

Por Ilustrado

Manuel Iradier y Bulfi fue un explorador y científico africanista natural de Vitoria cuya gran obra fue la realización de varios trabajos etnográficos, geográficos, botánicos y lingüísticos en África y el descubrimiento y reclamo para España de cincuenta mil kilómetros cuadrados de la parte continental del golfo de Guinea, que por desidia se quedaron reducidos a solo veintisiete mil. Fueron las bases de la gestación política de la nación actualmente conocida como Guinea Ecuatorial.

MANUEL IRADIER


Nació en Vitoria-Gasteiz el 6 de julio de 1854. Cuatro años después falleció su madre, dejando cuatro hijos. Su padre, sastre, les abandonó tras la muerte de su mujer y se marchó a Burgos. Manuel volvió entonces bajo la tutela de su tío Eusebio, quien deseaba que siguiera la carrera eclesiástica, pero él se negó e ingresó en el Instituto de Vitoria. Manuel creció entre sueños de aventuras y lecturas de libros de viajesDesde joven había deseado viajar a tierras remotas y ya en 1868 pronunció una conferencia sobre su proyecto Viaje de exploración a través de África. Para llevarlo a cabo, organizó la Sociedad Viajera La Exploradora en el convencimiento de que era necesaria la colaboración de otras personas que tuviesen las mismas inquietudes.
En 1870 confeccionó un ambicioso proyecto que recorrería desde Ciudad de El Cabo, al sur de África, hasta Trípoli, en el Mediterráneo, en tres años y por cien mil pesetas, con la intención de reconocer los largos años de aventura africanista que años atrás habían descrito Burton y Speke. El proyecto que fue aprobado en abril de ese mismo año. Sus socios mantenían continuas reuniones para discutir cuál debía ser el equipaje, el trayecto, etc., y aumentaron la biblioteca con los últimos tomos acerca de las exploraciones.
En el curso de 1870-71, Iriader se matriculó en la facultad de Filosofía y Letras; y ya entre 1869 y 1873 escribió varios cuadernos Recuerdos de Álava. Su objetivo era esbozar un álbum descriptivo de toda la provincia con enjundiosas observaciones de todo tipo, incluyendo flora, fauna, climatología, costumbres, etc.
Su inquietud y la influencia de Henry Morton Stanley lo atrajeron a la exploración científica. Iriader admiraba a Stanley, su héroe, un gran explorador inglés. Dio la casualidad de que el 2 de junio de 1873, en pleno curso de la tercera Guerra Carlista, Stanley pasó por Vitoria como corresponsal del New York Herald, famoso ya por haber encontrado al desaparecido doctor David Livingstone y por haber escrito un libro relatándolo. Iriader consiguió hablar con él y exponerle su proyecto de atravesar África. Mantuvo una conversación en la que el vitoriano le describió su proyecto. Stanley, una vez que le puso al corriente de sus recursos, le aconsejó cruzar el continente de Oeste a Este, partiendo de las posesiones españolas del golfo de Guinea y le animó, asegurándole que, tras la primera expedición, gozaría de todas las ayudas que necesitara. Tras la entrevista, Iriader modificó sus planes y los expuso en el Ateneo de Vitoria.
El 30 de septiembre de 1874 consiguió su licenciatura en Filosofía y Letras y el 16 de noviembre se casó con Isabel, dos días más joven que él e hija de un panadero de la ciudad.

MANUEL IRADIER JUNTO A LA REVISTA ÁFRICA TROPICAL


La presencia europea de Guinea databa de 1470, cuando el portugués Fernando do Poo descubrió la actual Bioko, que entonces se bautizó con su nombre. En 1778 Portugal se la cedió a España a cambio de unas tierras americanas, junto a la isla de Annobón, con derecho a libre comercio en la costa africana entre cabo Formoso, en la desembocadura del río Níger, hasta Cabo López, al sur de Gabón, teniendo España el derecho a disponer de las tierras continentales comprendidas entre dichos puntos. Ese mismo año se envió una expedición que tomó posesión de Farnando Poo. Los británicos también la deseaban. En 1783 llegaron varios militares ingleses para negociar con los bubis, los nativos de la isla. En 1819 estaban planamente establecidos en la isla y hasta bautizaron la actual Malabo como Port Clarence. El gobierno español la cedió a Gran Bretaña en 1827 como base para la lucha contra el tráfico de esclavos. En 1841 el gobierno pensó incluso en vendérsela para saldar una deuda. Se abrió un debate y se comenzó a buscar utilidad a aquella isla olvidada.
En 1841 se envió a la marina para que tomara posesión y sustituyera los nombres ingleses. Rebautizó la capital como Santa Isabel, pero se hubo de nombrar gobernador a un inglés, pues no había habitantes españoles. Toda la población de Clarence Town era inglesa o nativos de las posesiones británicas que dominaban a los autóctonos de la isla. Al tomar posesión, los españoles llevaron un barco con colonos. De ellos, en cinco meses falleció el veinte por ciento y la mayoría de los supervivientes fueron repatriados. En 1864, el gobernador Pantaleón de la Torre propuso a las autoridades la ocupación de seiscientos kilómetros de costa entre río Bonny y Cabo Esterias pero su propuesta cayó en el olvido hasta 1883
Este era el panorama de Guinea Ecuatorial durante el siglo XIX, y en este marco político Iriader realizó grandes trabajos preparatorios para su primera expedición por aquellas tierras que se estaba perdiendo para España. Era una aventura que se entreveía peligrosa, puesto que hasta entonces los intentos de colonización de aquellos territorios habían sido poco menos que desastrosos. Partió en diciembre de 1874 con su mujer Isabel Urquiola, su cuñada Juliana y diez mil pesetas. Llevaba instrumental científico, lápices, papel y dos fusiles. Se detuvo en Canarias, donde el 24 de abril de 1875 embarcaron en el vapor Loanda.

GUINEA ECUATORIAL


Realizó varias escalas a lo largo de la costa africana y en la actual Ghana. El 16 de mayo desembarcaron en Santa Isabel, la capital de Fernando Poo. El gobernador trató de desanimarle, pero como vio que era inútil, se puso a su servicio. Manuel se dio cuenta del abandono por parte del gobierno español y la falta de aprovechamiento de las grandes riquezas, de las que sólo sacaban beneficios los ingleses, siendo de esa nacionalidad también los transportes que unían la isla con Canarias. Se habían hecho concesiones de tierras a españoles pero estos no las ponían en explotación. La goleta española apenas visitaba las otras islas de Corisco y Elobey Chico. Annobon, muy alejada, estaba totalmente abandonada.
Fue al continente plagado de factorías extranjeras. Se estableció en la isla de Elobey Chico, en la desembocadura del río Muni, en el golfo de Guinea. Adecentó una cabaña y montó unas huertas, que serían base de futuras expediciones al interior africano. Su mujer se ocupaba de las mediciones meteorológicas. Iriader contó con un asistente, Elombanguani, que le acompañaba en sus marchas. Adquirió una embarcación con la que recorrió los ríos de la zona.
Durante el tiempo que duró su primera expedición, 830 días, Iradier recorrió casi 1.900 kilómetros, desde Aye hasta el río Muni. Después de remontar éste llegó hasta otro río, el Utamboni, para intentar alcanzar la región de los Grandes Lagos, y desde allí llegar a la desembocadura del Muni. Visitó las islas de Corisco y Elobey Grande, así como Inguinna, Aye y el cabo San Juan, los ríos Muni, Utongo, Utamboni, y Bañe, así como dos cadenas montañosas, la cordillera Paluviole y la sierra de Cristal. Tomó contacto con diversos pueblos, como los vengas, itemus, valengues, vicos, bijas, bapukus, bandemus y pamues. Realizó estudios antropológicos, etnológicos y lingüísticos, además de recoger datos geográficos y tipográficos y numerosas muestras faunísticas y botánicas, y llegó a reconocer numerosas especies animales hasta entonces desconocidos para la ciencia.
En sus relatos explicó diferentes episodios; pasó una noche entera en lodo sin poder salir, sufrió incendios, naufragios, envenenamientos, e incluso en una ocasión un grupo de elefantes destrozó su campamento.
Fue atacado en cincuenta ocasiones por fiebres palúdicas fuertes sin contar las de carácter menos grave. "Yo no era un hombre vivo, era el esqueleto de un cadáver... Mi cabello había caído, mechones de pelo había adheridos a la dura almohada en que descansé la cabeza, el rodete de las uñas había desaparecido y estas, largas y encorvadas, daban a la mano escuálida el carácter de la de un tísico", escribió Iriader.
Dijo: "Las selvas son la desesperación del viajero. Sobre un terreno húmedo, encharcado, compuesto de capas superpuestas de vegetales en descomposición que los siglos han ido amontonando, se elevan variedad inmensa de vegetales buscando la luz del sol y alcanzando alturas considerables". Se quejaba de los animales salvajes. Pero decía que "los peores enemigos eran el clima y la humedad".
En la sierra de Cristal le abandonaron muchos de los indígenas que le acompañaban, por lo que hubo de retornar a Fernando Poo. Al llegar, a finales de enero de 1876, fue nombrado profesor interino de la escuela de niños de Santa Isabel y su mujer de la de niños.
En Santa Isabel sufrió sesenta y seis ataques de fiebre, treinta y siete su esposa, dieciséis su cuñada y quince su hija, quien falleció el 28 de noviembre de 1876, en el transcurso de la expedición.Ante esta tragedia decidió mandar a Canarias a su mujer y a su cuñada.

IRADIER JUNTO A ALGUNOS DE SUS EXPEDICIONARIOS


El segundo viaje de exploración se inició poco tiempo después de finalizar el primero, a finales de 1877. Permaneción 15 meses más en la región de Fernando Poo, recorriéndola cuando la salud se lo permitía. Sus observaciones no tienen la fuerza de las realizadas en Muni. Escaló al monte Santa Isabel, ahora llamado Basilé. Allí encontró una botella con los nombres de los que lo habían subido antes. Entre ellas se encontraba el nombre de Richard F. Burton, el explorador, que había estado allí como cónsul en 1861. Añadió su nombre con la fecha de 1877.
A partir de los datos obtenidos pudo trazar los mapas de las zonas visitadas, los cuales serían publicados por la Sociedad de Africanistas y Colonistas de Madrid a su regreso a España; después de este viaje su avión tuvo que ser arreglado por Coello.
Poco después de su segunda expedición, partió rumbo a Canarias, donde le esperaba también su nueva hija Amalia. El 24 de noviembre de 1877 zarparon rumbo a Cádiz. En Madrid hubo de pedir quince pesetas para trasladarse a Vitoria donde llegaron el 10 de diciembre. Fue a dar una conferencia en el ateneo provincial pero sufrió un ataque de fiebre y sólo pudo balbucear algunas frases incoherentes. En total se gastó 10.000 pesetas y recorrió 1.870 kilómetros durante más de 800 días.
Publicó un mapa en la Sociedad Geográfica de Madrid, numerosas observaciones y dibujos de todo tipo, vocabularios y gramáticas de las lenguas de las tribus que visitó, así como numerosas anotaciones sobre observaciones astronómicas, etnográficas, climatológicas y comerciales.

MAPA GEOGRÁFICO DEL PAÍS DE MUNI
SEGÚN LAS DESCRIPCIONES DE IRADIER


En Vitoria pasó muchas privaciones y se embarcó en negocios e inventos que no tuvieron ningún éxito. Durante 1878 se dedicó a realizar excursiones por los alrededores mientras redactaba sus libros. Ese año publicó el libro África. Fragmentos de un diario de viajes de exploración en la zona de Corisco. Continuaron las penalidades y el rechazo a sus proyectos por parte de la Sociedad Geográfica de Madrid y de la Asociación Española para la Exploración del África, creada en 1877.
El 16 de octubre de 1879 convocó una reunión ante los socios de La Exploradora para que la asociación financiara el viaje y explicó su intención de continuar su labor para que España no se quedara rezagada en la carrera colonial: "Viajeros de todas las naciones se encaminan al interior de África buscando lo desconocido y no está lejano el día en que todo aquel continente se conozca. España, por el porvenir que le ofrecen sus posesione en el golfo de Guinea, no debe abandonar a otros países la exploración de la rica zona limítrofe".
Presentó el proyecto que fue acogido con entusiasmo, que comenzaba con las siguientes palabras: "El porvenir de España está en África y la gloria de Euscaria es que sus hijos la explores", aunque no consiguió los fondos necesarios. Si idea consistió en adentrarse a otras potencias europeas y reclamar para España la región explorada así como otras que pudiesen ser añadidas.

EL GRUPO DE IRADIER DURANTE UNA JORNADA DE CAZA


En 1880 fue nombrado académico corresponsal en Álava de la Real Academia de la Historia española y sobrevivió como profesor interino en el Instituto de Vitoria.
El 11 de junio de 1883 recibió una carta de la Sociedad Geográfica de Madrid proponiéndole participar en un congreso para debatir sobre la posibilidad de enviar una o dos expediciones al interior de África. Por problemas de salud no pudo asistir, pero mandó sus propuestas por escrito explicando las estaciones comerciales que debían establecerse en el territorio del Muni y un presupuesto de un millón de pesetas.
Se propuso la creación de una compañía colonizadora como tenían otros países desde siglos. No se logró, pero se creó otra sociedad, La Sociedad Española de Africanistas y Colonistas. Iriader preparó un plan, y se lo aceptaron, pero le asignaron un ridículo presupuesto de veintisiete mil pesetas que no permitía el establecimiento de factorías comerciales, ni cabañas. Propuso realizar acuerdos con jefes a los que, a la firma, se les asignaría un pequeño sueldo.
Y finalmente, la Sociedad consiguió reunir los fondos necesarios para que en julio de 1884 Iriader comenzase su tercera expedición africanista. La misión trataba de adquirir territorios del golfo de Guinea a pesar de que en numerosos puntos de aquella geografía ondeaban la bandera francesa y alemana. Estuvo acompañado del doctor Amado Osorio, quien, como el propio Iradier, participaba como delegado de la Sociedad de Africanistas.
En esta, recorrió los territorios ya explorados en su primera expedición y algún otro. Exploró la orilla izquierda del Muni y los ríos Noya, Utambani y Bañe. Navegó el río Ulongo hasta donde fue posible. Desde allí pasó al río Congo hasta el río Muni, por el que descendió hasta la costa de Buru, sita al noreste de la bahía de Corisco. Logró adquirir, mediante acuerdos con los jefes locales, cincuenta mil kilómetros cuadrados de territorio.
Iriader enfermó de fiebres, tuvo que iniciar viaje de regreso a España, en noviembre del mismo año, cinco meses después de su llegada. Osorio permaneció en Guinea y en agosto de 1885 emprendió una nueva expedición por el curso alto del río Noya y del Utamboni, logrando otros 18.000 kilómetros para España y firmado más de trescientos setenta tratados de reconocimientos de la soberanía española.

CABAÑA DONDE IRADIER PASÓ SUS PRIMERAS FIEBRES


En febrero de 1885 entregó a la Sociedad de Africanistas y Colonistas de Madrid diversos documentos, contratos de anexión y actas notariales, que trataban de proporcionar a España la legitimidad y dominio sobre centenares de miles de kilómetros cuadrados alrededor del río Muni, mediante la obtención del reconocimiento de dicha soberanía por parte de decenas de jefes indígenas, especialmente de los fang, el grupo más numeroso y dominante. Su presencia fue suficiente, no tuvo que enfrentarse a ningún acto hostil. Los naturales le respetaban y admiraban, y el alavés de igual manera a ello.
Posteriormente, escribió Iradier: "Lo digo de legítimo orgullo, sobre la bandera de mi querida España que tremolé durante tres años en los países africanos, que no se ha escrito el nombre de ninguna víctima ni caído una sola gota de sangre humana".
Durante la Conferencia de Berlín de 1885 para el reparto colonial de África, se fijaron las posesiones españolas en el golfo de Guinea, gracias a las exploraciones de Iradier y Osorio. El Tratado de Berlín asignó a España 300.000 kilómetros cuadrados. El acuerdo con Francia de 1901 los redujo a una docena, 25.000 veinticinco mil kilómetros cuadrados y 130.000 habitantes. Y, finalmente, una extensión de 14.000 kilómetros cuadrados de territorio, y 327 pueblos con unos 50.000 habitantes, proporcionaban a España el dominio colonial denominado como Guinea Española, y que permanecieron bajo la soberanía nacional hasta 1968, año en el que obtuvieron su independencia y pasaron a denominarse Guinea Ecuatorial.
Sus relatos se publicaron en dos tomos al poco tiempo de llegar bajo el título de África. Viajes y trabajos de las Asociación La Exploradora.
Manuel Iradier y su esposa ya no volvieron más a Muni, en parte desencantados por la política llevada a cabo por las autoridades españolas, que nombraron en los puestos del gobierno local a personas con poco o ningún conocimiento de la realidad africana. En Vitoria continuó con sus negocios y sus inventos, entre ellos: una caja de imprenta silábica, un avisador de incendios, un contador divisionario, un fototaquímetro, etc. En 1888 tuvo un hijo y a partir de 1896 las relaciones con su mujer se deterioraron mucho. Tres años más tarde, su hija Amalia, de veintiún años, se arrojó por el balcón de casa.
El Desastre del 1989, por el cual España perdió sus últimas posesiones ultramarinas (Cuba, Puerto Rico y Filipinas), le afectó de forma profunda. Si amigo Irastorza escribió: "He encontrado a Iriader casi delirante abrazado a un mapa de Filipinas y estrujando un montón de papeles". Destacó de él una frase: "Nos vamos a quedar sin la España asiática y sin la americana!"

MANUEL IRADIER


En 1901 el gobierno le ofreció un puesto de subalterno en el Negocio de Colonias. Al respecto dijo: "Yo no quiero saber nada de ese engendro que nos ha despojado de la mitad del Muni y de si hinterland, ni tampoco presentarme a darlo por bueno, por un triste plato de lentejas. Yo busqué el país del Muni para España. Si otros lo han desaprovechado allá ellos. La historia nos pedirá cuentas y las mías están claras". Iradier obtuvo un puesto en la Compañía Española de Minas de Bilbao.
Un amigo le regaló Bizcaya por su independencia, libro en el que Sabino Arana exponía por primera vez su ideario. Y ésta fue su respuesta: "Veo que cuando las cosas de España marchan mal, no se nos ocurren sino soluciones a la desesperada. Pero yo, que me siento muy éuscaro, prefiero como modelo a Juan Sebastián Elcano".
En 1903 consiguió trabajo en Segovia en una compañía maderera. A partir de 1908 su salud empeoró notablemente. En enero de 1911 se trasladó a Valsaín, en la provincia de Segovia, para intentar recuperarse, pero falleció el 19 de agosto de 1911, a los cincuenta y siete años de edad, ignorado por todos.
El homenaje póstumo de la figura de Iradier la efectuó el también vitoriano Ramiro de Maeztu, quien emprendió una campaña de reivindicación de la memoria de su paisano, cuyos restos fueron trasladados a su ciudad natal el 7 de noviembre de 1927.

MONUMENTO A IRADIER EN LOS JARDINES DE LA FLORIDA DE VITORIA


En 1929 se premió a sus descendentes con mil hectáreas de terrenos en río Muni y en 1956 se le erigió un monumento en los jardines de la Florida en Vitoria y se le dedicó una calle. En 1993 se reinstala la francmasonería en la ciudad de Vitoria. La anterior Logia Victoria de la capital alavesa en la que ingresó Iradier adoptó el título distintivo de Respetable Logia Manuel Iradier, en homenaje al explorador.