El corazón me subió a las venas de la frente, bajo al eje y me restituyo a la mesa del desayuno sobre el café volcado. Viena. La ciudad de "El Tercer Hombre", de los palacios, el Danubio azul y "Antes del Amanecer". El destino me ponía a mano una forma de resarcir mis desencuentros y Chambonadas con Helena, la profesora tanguera de los vestidos madreselva, que estaría allí. Acepte en dos segundos la invitacion confirmándola por mensaje y enviando el mail con mis datos, para el check-In. Llame a Dorita Cesir, que se hace cargo de mis talleres literarios para la tercera edad cuando me tengo que ausentar y por las dudas pregunte al Pibe Pergamino si estaba en sus planes milonguear en Viena, visitando de paso al amigazo Jorge Talquenca, migrado de Barcelona y con una practica los lunes por la noche. Resulto que le interesaba la propuesta y que en media hora teníamos los dos pasaje en el mismo vuelo, indicaciones precisas de Jorge y una guitarreada montada para la noche del lunes en su practica. El Pibe compartiria alojamiento conmigo el lunes y al otro dia iria con Jorge. Si iba a encontrarme con Helena, mejor tener la habitación para mi solo. Mande a la tintorería el traje Paul Verlaine de eventos copetudos y vacié mi "Fondo para contingencias emocionales perdurables" con la esperanza de alguna retribución del Blog. La espera hasta el lunes se me hizo interminable. Helena. Helena.
Llegamos a las 10 de la mañana entre alpes y Niebla, aunque en superficie el día era luminoso. Siguiendo el mapa virtual del amigazo Jorge tomamos un tren desde Flughaven Wien hasta Wien Mitte y combinamos con dos lineas de metro, sin pasar la tarjeta por los marcadores, solitarias estructuras de caño que los naturales ignoraban. Algunos metros eran digitales y otros se abrían como las viejas heladeras Siam. Llegados a Schottentor, el extremo de la vieja muralla y el borde del denominado Ringstrasse - el famoso anillo circular en donde están emplazados los monumentos mas importantes de la ciudad - debíamos continuar en tranvía hasta el hotel. Pero preferimos deambular y comer por ahí. A nuestra espalda la iglesia votiva en un parque donde los vieneses comían bollos al
Ya saciados emprendimos el camino hacia el hotel en una calle casi peatonal del distrito nueve, un palacete reformado al costado de una escalinata con una fuente de dos pisos con un pez y un júpiter junto a una placa en que se leían versos de Heimito von Doderer al que el pibe Pergamino en su ignorancia le atribuyo el protagonismo de algunos chistes picantes. La habitación estaba en la ultima planta, con unas minúsculas cortinas que no tapaban la claridad ni el sol. Supe que iba a ser difícil dormir. Y mi estado mental no me lo permitia tampoco. Jorge hacia clases y practica en un lugar Llamado Espacio Montevideo, cerca de la Volksoper, la famosa Opera de Viena, a partir de las 20.30
junto a su compañera Rita Caldas. Teníamos tiempo para recorrer el barrio y las inmediaciones por
calles llenas de mini palacetes con muchos adornos en las ventanas dejando atrás el café Français
La tarde bajaba igual que la temperatura. Aunque Jorge nos dijo que en la practica habría comida casera el estomago nos dicto un nuevo parate. Nos metimos en el primer restaurant que vimos, donde con la misma ceremonia nos trajeron fritatensuppe(un consome con tiras de creppe dentro) schnitzel de higado y una ensalada de papas avinagradas. Delicado. Hecho todo con mucho amor. Un par de perritos deambulaban entre las mesas de la antigua sala sin que los bonachones clientes se preocuparan.
Subiendo por las escalinatas de Heimito nos fuimos por una calle peatonal llena de mansiones con catálogos de ikea colgados en la puerta - el negocio no descansa - hasta llegar a Währinger Strasse
dejando atras el café Weimar en direccion al Volksopper y a la practica.
La clase terminaba. Desde un entresuelo detrás de las cortinas asomo el dijey primerizo Diego Alejandro y volvió a subir para poner buenisimas tandas. Los asistentes bailaban, comían y bebían hasta que solo quedamos los Barceloneses, Jorge, Rita, Oscar, Diego y Mariano, argentino de larga residencia en Viena. Toco el turno de las guitarras y el vino, la payada improvisada, las zambas, los viejos temas que por culpa del alcohol fueron derivando entre carcajadas a cenagosos terrenos del delirio. Oscar y diego se complementaban bien con la musica y el humor.
Nos fuimos a las tres de la mañana por las calles silenciosas con tranvías pasando cada tanto. Solo los carritos salchicheros estaban abiertos y algún bohemio mataba el hambre con kectchup y picante.
El día del evento-encuentro comenzó demasiado temprano, cuando el sol me dio de lleno en los ojos y me inquietó el insomnio. Deambulando en busca de cafe y unos bollos rellenos de mermelada para desayunar fuimos nos topamos con la Casa -Museo Freud donde el doctor habia desarrollado la mayor parte de su trabajo. Un peregrino expresaba su devoción acostado en la acera mientras otro se acariciaba la barbilla. Ah, los turistas.
Luego de visitar el Donau-canal nos fuimos en metro a ver el palacio del emperador en Schömbrunn. Al bajar nos sorprendió que en el parquizado hubiera muchachones jugando a la pelota y gente corriendo. "por esto se vino abajo el imperio" dijo el Pibe.
Un camino lateral llevaba a los jardines, pasando por floridos parterres en donde un monje budista se hacia fotos. Detrás, otra explanada imponente, llena de canteros con plantas y estatuas en los costados. Muy lejos una pérgola sobre una colinita desde donde se veía toda Viena. Me senté a contemplar la inmensidad."Hermano, vos tenes que compartir un atardecer acá, con Helena. Se te va a pasar el Arroz", dijo Jorge. Me entro el apuro. Tenia razón. Porque esperar hasta la noche?Hice una foto del jardín y escribí un mensaje un poco cursi: "Estoy en los mismos jardines donde una vez Sissi correteo junto con a sus perritos y lacayos. Un encuentro de cine aquí seria dificultoso por la distancia de la carrera y las piedras, pero aun así me gustaría contemplar con vos el atardecer y deambular de madrugada a la vera del Dunau-Kanal en donde conversaban Celine y Jessie. Te espero en las escalinatas traseras del palacio a las cinco" . Volvimos al ringstrasse para comer, luego de una parada en la catedral de San Esteban, en medio de una zona irregular llena de tiendas de lujo iguales a a todas las calles con tiendas de lujo de las grandes ciudades. Jorge nos llevo al barrio de los museos, lleno de residencias para artistos, donde apuré un sabrosisimo gulash y un spritz. Me despedí de Jorge y el Pibe, que se fueron en tranvía.
Lo que hiciera de ahora en adelante, debía hacerlo solo. No esperaba contestación de Helena. Regrese al palacio y me senté a esperar en las escalinatas, pensando en el tiempo y en los amores perdidos. Las rayitas del wassap seguían sin ponerse celestes.A las siete menos cuarto y por el frío emprendi retirada. "Esta noche " - pensé
A las Once todo había terminado. Recuerdo que Alexia propuso ir a tomar algo en el Weimar. Al ver mi cara y mi animo se fue. Las derviches se hundieron en las sombras, los legionarios se fueron calle abajo a buscar un taxi o una ambulancia, los perros me garronearon los talones, el exorcista turco se fue a comer un kebab con el camara. Luwito limpio la placa de huevazos y luego de extenderme un cheque por mi participacion se fue también con el notario en dirección al Palacio de abajo.
Me quede solo en las escalinatas.
Al otro día salia el vuelo de regreso. Había quedado directamente en la puerta de embarque con el Pibe Pergamino. Equivoque conbinaciones. Al llegar a la estación del tren al aeropuerto me encontré sin saber cual me llevaba, y cuando salio el simbolito del avión había pasado media hora. Corrí por las terminales entre viajeros plácidos, perfumes y sachetortes. Pero el vuelo estaba cerrado. El cheque de Luwito se me fue en comprar un billete nuevo. Había muchos como yo, comprando en los mostradores. Las compañias deben ganar mucho dinero con los tipos despistados.
Llegue a Barcelona tarde y con lluvia, consolandome con el recuerdo de la mágica noche en Espacio Montevideo. Esperando volver a las carcajadas y la camaradería.
Cuando encendí el móvil por fin el wasap de Helena volvió celestes las rayitas. Esperé "Escribiendo" ponía. Esperé "Escribiendo y en linea". Esperé "En Linea"Espere.
A los cinco minutos llego una foto. Helena mirando con tristeza la lluvia y la noche en la ventana.
Estuve mirando la pantalla un rato largo. Pero no llego nada mas.