Una vez dejamos el equipaje en su sitio y nos acomodamos en nuestros asientos, Jud me regaló un ejemplar de su libro, lo que me hizo muchísima ilusión. ¡No os podéis imaginar las ganas que tenía de tenerlo entre mis manos! Cuando llegamos a Madrid, pillamos un taxi corriendo y nos dirigimos hacia el hotel a dejar las maletas porque contábamos con el tiempo justo para comer e ir a la primera presentación. En ninguna de las dos presentaciones de esa tarde cabía un alma, lo que me sorprendió bastante.
Pero todo lo bueno se acaba, y el domingo tuvimos que volver a nuestras ciudades, aunque con ganas de repetir el año que viene. Desde luego, está más que claro que todas nos quedamos con ganas de más. Espero que el año que viene se repita, porque encuentros como estos hacen mucho en favor de la literatura.