Por fin una solución al problema de la universidad española. En vez de plantearnos problemas absurdos de inserción en la economía global, de modelo productivo, de anomia por la pérdida de valores ligada al consumismo, de tipo de Estado social, de relaciones laborales, de profundización de la democracia, de soberanía en un mundo global, del papel de las relaciones personales o de un urbanismo acorde con las exigencias medioambientales, la solución está en brindar nuestros conocimientos ¡al futbol! Cómo no se nos había ocurrido antes. Ahí puede ir nuestra bolsa de parados de las universidades.
Informa Nueva Tribuna, para nuestra tranquilidad, que, gracias a la sabiduría de un psicólogo de Universidad (eso sí, privada), sabemos que el jugador de la selección Ramos no hizo sino sus deberes lanzando un penalty donde España se jugaba no la absurda prima de riesgo (al fin y al cabo, una fruslería), sino el riesgo de no ganar la Eurocopa y, con ello, que los jugadores de la selección no se embolsaran 17 millones de euros (sobre los que, a día de hoy, no han informado si cotizarán impositivamente en el país del “yo soy español, español, español” y, mucho menos, si lo donarán a tareas sociales en un país (español, español, español) con cinco millones de parados).
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“Lo peor para Ramos habría sido no enfrentarse al problema”
¿Corrió Ramos un riesgo excesivo asumiendo la responsabilidad de ejecutar la pena máxima en un momento tan crucial y hacerlo como lo hizo? Un profesor de Psicología del CEU afirma que no. nuevatribuna.es | 28 Junio 2012 – 16:39 h.Con el triunfo en la semifinal del Equipo Nacional de Fútbol salieron 426 medicamentos del Sistema Nacional de Salud. Agárrense si el equipo del Reino de España gana la Eurocopa. Y con Merkel, además, enfadada.
Siempre nos quedará analizar algún gazapo de la Carbonero, la mirada perdida de Ronaldo o alguna frase existencialista de Iniesta. Respiro tranquilo. Decía Vázquez Montalbán que el fútbol es la única parte irracional que puede permitirse un marxista. Mejor, qué duda cabe, la agonía de la cancha a la del circo de gladiadores. Hay menos siniestralidad laboral. Aunque, a ver qué demonios hacemos los marxianos, marxólogos, posmarxistas e, incluso, marxistas que hayamos leído los textos de Marx inéditos -o indigeribles- cuando la izquierda se dedicó a comer y a emocionarse con 22 tíos corriendo en pantaletas sobre el cesped.
¿Y usted qué estaría dispuesto a hacer por cambiar este país? Imagine que la marcha de los mineros llega a su ciudad cuando está empezando el partido de la final. ¿Saldría a recibirlos? ¿Irían juntos a la puerta del Ayuntamiento o de la Delegación del Gobierno a hacer una huelga de hambre de fútbol para recordar al país que ahí están luchando por su puesto de trabajo? ¿Se encerrarían en la iglesia para echar simbólicamente a los mercaderes del templo? ¿Mandarían al niño con unas botellitas de agua? ¿Les convencerían para tomarse unas cañitas en el bar viendo el partido, que ya hablaríamos más tarde de lo suyo?
Es el fútbol, idiotas. Y “lágrimas negras” no es lo que sale de los ojos de los mineros, sino una canción nostálgica que le gusta incluso a los que nunca han entendido qué demonios pasa en Cuba. Es el fútbol, idiotas. O quitemos lo del fútbol y quedémonos simplemente con lo de idiotas.