Cuesta creer que un estado como el de Arabia Saudita pueda condenar a un hombre por maltrato a su esposa e hijos y además de clase alta, pero así fue en el país saudí. Awdhah, un hombre violento tenía esos antecedentes cuando a fines de abril de 2012 fue condenado a muerte por el asesinato de tres sirvientas asiáticas.
El 8 de septiembre de 2010 despertó su furia sexual y asesina contra Halima, una criada a la que conoció tras conversar varias veces con ella por teléfono a la que fue convenciendo poco a poco para que abandonara a su patrocinador. Quedaron en un lugar de North Corniche, en la ciudad de Yanbu. La subió en su coche y la llevó a una de sus casas, abusando sexualmente de ella. Después la golpeó y la estranguló con una almohada. Después la llevó con su coche a un área arenosa de Yanbu Palm Road y la enterró.
A la segunda víctima la conoció en una área industrial de Yanbu. Vio a una mujer que estaba sentada sola en un estacionamiento. La llevó a un lugar aislado, la violó, la mató y enterró su cuerpo.
El tercer crimen lo cometió sobre una criada asiática a la que encontró cerca del puente peatonal Al Asyaly. La llevó a su casa e intentó violarla en una habitación mientras su esposa e hijos se encontraban en aquel momento en la vivienda. La mujer logró escapar. Sin embargo, él la persiguió y la apuñaló hasta darle muerte. Luego le echó benceno y la enterró en un área desierta.
Por estos crímenes, un tribunal saudita lo condenó a la pena capital por crucifixión, la cual contempla que primero se decapita al reo, para luego coserle la cabeza al cuerpo y finalmente clavarlo en la cruz.