Ay de mí, Llorona Llorona,
Llorona, llévame al río
Tápame con tu rebozo, Llorona
Porque me muero de frió
Dicen de la Llorona que vaga errante, convertida en un alma en pena, por los confines de Larinoamérica, buscando a sus hijos en vano, y que compunge con su llanto a los que la oyen. Según el país donde se narra la leyenda, la Llorona perdió a sus niños, o los ahogó, porque no podía alimentarlos, y ellos no parabas de llorar. De hambre.
La dama que ha cantado como nadie esta canción (con permiso de Lila Down a la que admiro muchísimo) es Chavela Vargas, que hoy cumple 93 años. 93 años bebiendo, fumando, y siendo lesbiana (no sabemos si las terapias por las que aboga el obispo de Alcalá engloban a las lesbianas, hay que preguntárselo) 93 años cantando como nadie las rancheras, los boleros, con una voz y un corazón roto por amor y por la pobreza que vivió las primeras décadas de su vida. Chavela Vargas es una de las figuras emblemáticas de México por la que se siente verdadera devoción, a pesar de que desafine con una magia poco comparable.
A ella, porque a veces me siento como la Llorona cuando me enfrento a la realidad que nos rodea, le dedico éste, mi último post desde España. La próxima vez les escribiré al otro lado del charco.
Les dejo esta maravillosa aparición en la película Frida. Para mí, de lo mejor del film.
Si porque te quiero quieres, Llorona
Quieres que te quieres más
Si ya te he dado la vida, Llorona
¿Qué mas quieres?
¿Quieres más?