


Buenas tardes caballero, ¿de qué parte del país nos visita? Vengo a ofrecerle un delicioso masaje anti “ex-tress” que lo dejará como nuevo; nuestra mágica crema a bases de productos naturales, extraerá todas esas toxinas molestas e irritantes; permítame hacerle una pequeña demostración -si la dama lo permite, no se me vaya a poner celosa-, para que vea err poder curativo de los masajes, que ni en Bora Bora va a conseguir uno igual. Y si la señora lo desea también le damos uno gratis por toda la extensión de su cuerpo, aunque nos especializamos en los piesss. Se ven cansados, no? NO, PARA NADA. No importa, igual le haremos esta pequeña demostración para que luego le hagamos el masaje completo por tan sólo bolívares...NO... Masajes, masaje, masaj, mas....

Mar templado, transparente como la mirada de un niño. Al fondo, un cardumen de cientos de peces revolotean a mis pies. Uno que otro más atrevido que sus congéneres, picotea mis dedos. De pronto desaparecen ante el arribo de un corriente de agua tibia. Pienso en una inmensa ballena descargando su vejiga, pero aquello dura segundos y vuelve el agua fría. El verde se va mezclando con un azul indefinible, aunque siempre puro, deslumbrante. Los pelícanos están en plena faena. Formación aérea en V, naturaleza perfecta. Se lanzan en picada a mi alrededor y almuerzan. Miro hacia el norte, en donde algunos islotes dan la impresión de pequeños lunares en el mar. Floto, soy una cruz horizontal a la deriva. Bajo el agua el sonido viaja más rápido, y es cierto, algún motor suena cerca, muy cerca, aunque el peñero a la distancia es un pixel. Giro hacia la orilla y veo cuatro brazos hundiéndose. De pronto emergen, con fuerza, animados por el ímpetu propio de la adolescencia, una chica de catorce y un chico de doce (calculo): señor...(se hunden), le ofrecemos deliciosos...(se hunden), cocteles de todo tipo...(se hunden), daiquirí...(se hunden), cuba libre...(se hunden), piña colá...(se hunden), a cuarenta bolívares (se hunden)...Ni en el agua uno se salva del comercio, pero estos sí son unos vendedores.
Y como dice Betulio Medina, me despido y vuelvo “arr” blog compai: ¡Ayyy Margarita!