... y se me pasó, pero fue un día importante.
Por un lado, es la fecha que se considera como el punto y final oficial de la Segunda Guerra Mundial, cuando los representantes del Imperio de Japón firmaron el Acta de Rendición a bordo del USS Missouri (aunque aún quedarían algunas bolsas de resistencia japonesa, por ejemplo, en China, que aguantarían unos días más por su cuenta). Setenta años después, es importante seguir recordando, pero no para hacer apología de la guerra, sino de la paz. Algo frágil y casi imaginario, pues el ser humano vive en un estado de guerra perpetua, siempre, en algún lugar del mundo, contra si mismo.
Por otro, también ayer se cumplían 72 años de la muerte de John Ronald Reuel Tolkien (¿a vosotros también os resulta raro ver desarrolladas esas misteriosas J.R.R. que hemos visto escritas tantas veces?), por culpa de cuyas obras (y aquellas otras derivadas de éstas) un servidor comenzó su andadura en éste mundillo tan particular en el que nos movemos de ocio friki. Por ello, señor, gracias. Curiósamente, no queda tán raro juntar ésta conmemoración con la anterior, ya que Tolkien sirvió en la Primera Guerra Mundial (esa que a veces queda injusta y trístemente olvidada tras las más llamativas imágenes de su sucesora y heredera) y conoció las trincheras del Somme de primera mano. Espero, por tanto, que ni a los unos ni al otro les parezca mal ir de la mano en ésta breve entrada.