Ayer no termina nunca (Isabel Coixet, 2.013)

Publicado el 03 mayo 2013 por Rugoleor @rugoleor

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Ficha:

Título Original: Ayer no termina nunca.
Directora: Isabel Coixet.
Guionista: Isabel Coixet.
Intérpretes: Javier Cámara, Candela Peña.
Productores Ejecutivos: Isabel Coixet, Adolfo Blanco, Manuel Monzón, Arantxa Roca, Carla Sospedra.
Fotografía: Jordi Azategui.
Música: Alfonso Vilallonga.
Montaje: Jordi Azategui.
Diseño de Producción:
Diseño de Vestuario: Agnès Bonet.
País: España.
Lugares de Rodaje: Igualada, Barcelona (España).
Fechas de Rodaje: De 23-09-2.012 a 12-10-2.012.
Año: 2.013.
Duración: 108 minutos.
Edad: No recomendada para menores de 12 años.
Género: Drama.
Distribuidora: A Contracorriente Films, S. L.
Estreno: 26-04-2.013.
WEB Oficial: Web Oficial de la película en España.
Espectadores: 0.
Recaudación: 0 €.
Calificación: 5,353.

Sinopsis:

Barcelona, 2.017. Una pareja se reencuentra después de cinco años de no verse y de haber pasado unas circunstancias difíciles en sus vidas. Cuando sienten que el pasado ya no tiene importancia de repente vuelve. Las heridas no cerradas permanecen siempre abiertas.

Crítica:

03-05-2.013 – ANTÓN MERIKAETXEBARRIA

Gente corriente

La última película de Isabel Coixet, “Ayer no termina nunca”, nos presenta a una pareja que, tras su separación -perdieron un hijo por una negligencia provocada por los malditos ‘recortes’- vuelve a encontrarse para hacer repaso a sus respectivas vidas. Un hombre y una mujer corrientes y molientes, representantes de una parte sustancial del sufrido pueblo español, desilusionado, cuando no desesperado, al que ya sólo parece quedarle la esperanza del amor. Por eso llama la atención que una película tan pequeñita hable de forma tan sincera de angustiosos estados de ánimo, respetando en todo instante las más elementales normas de convivencia.

No era asunto baladí que un drama con sólo dos personajes lograse atraer la atención del público. Isabel Coixet no logra trascender el meollo de la trama a través de una escenografía neutra, casi documental, a la hora de atrapar a sus personajes, carente de pujanza descriptiva. La salva, eso sí, las interpretaciones de un sobrio Javier Cámara, que matiza su personaje sin trampa ni cartón, así como de una arriesgada Candela Peña, que son lo mejor de la película.

Porque el problema de un título como el presente es que las limitaciones de tema y escenario son tan limitadas, que el desarrollo de la historia apenas cala en el ánimo del espectador. Obvias limitaciones paliadas, en parte, por la fotografía del camarógrafo Jordi Azategui y la banda sonora de Alfonso de Vilallonga, cuyas notas se confunden con esa suave brisa que flota apenas perceptible entre los árboles de un paisaje natural con fecha de caducidad. Patéticos en su incapacidad para alcanzar la felicidad, y no por culpa suya precisamente, tiernos en su doliente humanidad, Candela y Javier confieren alma a un filme modesto, que va aflorando poco a poco con pequeños detalles que perfuman, a pesar de todos los pesares, unas vidas que hay que tomar muy en serio.