Finalizan mis crónicas viajeras con breve parada en Ayllón, Conjunto Histórico Artístico desde Mayo de 1973. Unas dos o tres horas son suficientes para disfrutar de esta pequeña villa recoleta y encantadora. No estoy especialmente de acuerdo con que sea uno de los pueblos más bonitos del país, pues si algo abunda en España es precisamente eso, maravillas por todos los puntos cardinales. Manifestación más que dudable, Ayllón tiene encanto, pero no abusemos de la hipérbole como si la regalaran en un mercadillo.
Es agradable la Plaza Mayor porticada, como la mayoría, destila un encanto añejo. Me gusta esa tonalidad anaranjada que vive en perfecta simbiosis con la fachada del ayuntamiento, y en consonancia, los ocres terrosos y asalmonados de las casas que van de comparsa. Acércate hasta la Plaza del Ángel del Alcázar para ver la iglesia Santa María la Mayor, realmente bonita, con esas tumbas recorriendo el pasillo central hasta el altar. Magnifico es el retablo del altar.
Si paseas por Ayllón verás a la entrada del pueblo el Arco medio, que es el único acceso que queda de los tres arcos originales del recinto amurallado que tuviera otrora.
Ayllón regala a mi objetivo bonitas fachadas de porte blasonado, como la de la familia Contreras. Y poco más, hasta la próxima.