Nadie quisiera que los niños tengan que pasar por esta situación de dolor, pero la realidad es que no se puede evitar, y mucho menos evitar que se hable del tema.
Hoy quisiera compartir este post y ayudar lo mejor posible a los padres para que sepan cómo llevar el duelo junto a sus pequeños.Lo primero que debemos entender, nosotros como padres, es que el niño al igual que nosotros está sufriendo y más daño les hacemos apartándolos, ellos tienen derecho a sentir cólera, dolor, tienen derecho a llorar y preguntar por qué, dejemos que descarguen todo lo que llevan dentro.Dar la noticia, debemos tratar de estar a solas con el niño y en un momento de tranquilidad, sentarse y explicarle que ha pasado algo muy triste, una persona que quieres mucho, ya no podrá estar con nosotros.Tener mucho cuidado cuando les explicamos lo sucedido, ellos tienden a idealizar todo lo que les decimos y esto si no es llevado con cautela puede generar miedos futuros. Tratemos de hacerlo con pocas palabras, pero siendo claros.
Dejar que los niños expresen todo su sentir, pasados algunos días o las primeras semanas, no utilizar frases como “No llores” “Se valiente”, etc. Pues debemos dejar que sientan libremente, a nosotros nadie nos dice como sufrir o cuando llorar.Proceso del duelo:La forma de llevar el duelo, varía mucho según la edad del niño, la circunstancia o la cercanía de la persona fallecida y puede durar entre 1 a 4 años.La primera fase es la Negación, en este proceso vemos niños que se niegan a aceptar la perdida aparece una poco de retroceso en su desarrollo, se pegan mucho a la persona que tiene a su lado, llora, expresan su pena mediante el juego, opta por comportarse como si no hubiera pasado nada y al poco tiempo busca a la persona en la casa, en niños mas grandes pueden tornarse agresivo. En cualquiera sea el caso debemos acompañarlos y comprender cada etapa por la que pasan.La segunda fase es la IRA, la negación es sustituida por la rabia, el resentimiento; surgen todos los por qué. Es una fase difícil de afrontar para los padres y todos los que los rodean; esto se debe a que la ira se desplaza en todas direcciones, aún injustamente. Suelen quejarse por todo; todo les viene mal y es criticable. Luego pueden responder con dolor y lágrimas, culpa o vergüenza. La familia y quienes los rodean no deben tomar esta ira como algo personal para no reaccionar en consecuencia con más ira, lo que fomentará una conducto aun mas hostil en el niño. La tercera fase es la Depresión: cuando no se puede seguir negando el niño se debilita, aparecen otros síntomas y se ven invadidos por una profunda tristeza. Es un estado, en general, temporario y preparatorio para la aceptación de la realidad no intentar en esta etapa hacerlo mirar las cosas por el lado positivo. Esto significaría que no debería pensar en su duelo y sería absurdo decirle que no esté triste. Si se le permite expresar su dolor, le será más fácil la aceptación final. Es una etapa en la que se necesita mucha comunicación verbal, se tiene mucho para compartir. Tal vez se transmite más acariciando la mano o simplemente permaneciendo en silencio a su lado. Son momentos en los que la excesiva intervención de los que lo rodean para animarlo, le dificultarán su proceso de duelo. La cuarta fase es la Aceptación: quien ha pasado por las etapas anteriores en las que pudo expresar sus sentimientos -su envidia por los que no sufren este dolor, la ira, la bronca por la pérdida y la depresión, repentinamente empezaran a sentir tranquilidad no es una etapa feliz: en una etapa desprovista de sentimientos. Comienza a sentirse una cierta paz, se puede estar bien solo o acompañado, no se tiene tanta necesidad de ser escuchado, ya no preguntan mas porque. La vida empieza a seguir su camino. Sienten algo parecido a la esperanza: es la que sostiene y da fortaleza al pensar que se puede estar mejor y se puede promover el deseo de que todo este dolor tenga algún sentido; permite poder sentir que la vida aún espera algo importante.Ayudar a encontrar una misión que cumplir es un gran estímulo que alimenta la esperanza. Los signos de alerta y el momento que se puede buscar una ayuda profesional son las siguientes:
- Llorar en exceso durante periodos prolongados, rabietas frecuentes y prolongadas.
- Apatía e insensibilidad, frecuentes pesadillas y problemas de sueño.
- Pérdida de apetito y de peso. Miedo de quedarse solo. Comportamiento infantil (hacerse pis, hablar como un bebé, pedir comida a menudo) Todos estos síntomas son normales, pero si se san por un tiempo prolongado, empiezan a ser señales de alerta