Comer de forma equilibrada y adecuada a cada edad y hacer el ejercicio conveniente constituyen una base estupenda para crecer de forma saludable. Y aunque a casi todos los niños les gustan las distintas chucherías y golosinas, no podemos olvidar que aportan una gran cantidad de calorías y muchas grasas saturadas, colorantes, azúcar, sal y diversos aditivos, y que además generan cierta dependencia que en ocasiones es difícil de eliminar... por lo que es aconsejable tomarlas excepcionalmente. De este modo evitaremos además muchos problemas dentales, posibles casos de obesidad, acidez en el estómago y otras muchas situaciones no deseadas.
Algunos estudios han demostrado un vínculo entre los colorantes artificiales y la hiperactividad. Los azúcares refinados (procesados) pueden tener algún efecto en la actividad de los niños pues ingresan en el torrente sanguíneo rápidamente, produciendo cambios rápidos en los niveles de azúcar en la sangre.
Según un estudio de la Universidad de Yale, los niños con TDAH, en particular los niños hiperactivos, si ingieren un atracón de azúcar experimentan una rápida elevación de adrenalina que causa hiperactividad, por lo que hay que evitar la ingesta de bebidas carbonatadas y zumos no naturales y de bollería industrial.
* Enriquecer la dieta en ácidos grasos omega 3 y omega 6, que son muy beneficiosos para el cerebro y tienen que ser tomados externamente ya que el cuerpo no los fabrica. Estos componentes se encuentran en alimentos como las sardinas, el salmón, atún, nueces, calabaza.
* Introducir alimentos ricos en triptófano, que es un aminoácido precursor de la serotonina, la llamada sustancia química del sueño. Por ejemplo, pollo, leche, nueces o semillas de ajonjolí (sésamo).
* Tomar alimentos ricos en zinc y vitamina B6, necesarios para sintetizar la serotonina junto al triptófano. Por ejemplo, paté, higos, mariscos, cereales, carnes rojas, pollo...
* Evitar el uso frecuente de estimulantes como bebidas con cafeína y teína, el chocolate, etc.
* Practicar ejercicio físico de manera frecuente.
* Hidratarse correctamente. La mejor bebida es el agua, seguida de la leche y los zumos de fruta 100% naturales. Se recomienda una media de litro y medio o dos litros al día, aumentando su consumo en verano.
* No se puede obligar a un niño a comer un tipo determinado de comida si los adultos no la comen. Hay que acompañar a los niños y hacerles partícipes de todo el proceso, incluyendo la compra y la elaboración.
* Por último, mantener una dieta equilibrada.
Para la Fundación CADAH el Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad tiene una disminución de sus síntomas gracias a los tratamientos psicológicos y farmacológicos, pero la mejora de la alimentación puede ayudar a los tratamientos principales, apoyando la reducción de los síntomas.
Algunas dietas equilibradas y ricas en algunos componentes específicos, como complementos a los tratamientos tradicionales, se han mostrado eficaces a la hora de mejorar los síntomas de la patología.
1. Como primera medida se debe disminuir o eliminar del todo el uso de azúcares refinados, sobre todo durante el desayuno, para evitar los ciclos de hiperglucemia e hipoglucemia.
2. Se deben evitar los alimentos refinados por su pobre cantidad en nutrientes y porque al no ser alimentos de cultivo biológico llevarán aditivos y estimulantes que probablemente afectarán de forma negativa al niño. Es recomendable que los padres se preocupen en usar alimentos de cultivo biológico siempre que sea posible, para que los niños no consuman conservantes o colorantes.
3. El consumo excesivo de lácteos, que suele generar intolerancias en el niño e irritabilidad intestinal, se deben minimizar o controlar.
4. Se han de suprimir las grasas saturadas y las grasas parcial o totalmente hidrogenadas y en su lugar sustituirlas por grasas insaturadas o polisaturadas.
Si el niño tiene TDAH, hay que prestar especial atención a su alimentación. Es importante establecer un horario de comidas y pautar un menú variado y equilibrado. Además, hay que tener en cuenta la disminución del apetito que puede conllevar el tratamiento farmacológico para el TDAH, por lo que debemos cuidar el desayuno y cena.
* La importancia del desayuno
Un buen desayuno es necesario para que los niños vayan al colegio con la energía suficiente para afrontar cada jornada. Debe aportar al menos la cuarta parte de las necesidades nutricionales de los pequeños y debe ser sano y equilibrado, con fruta, cereales y leche en contenido suficiente para que queden satisfechos y no tengan que recurrir a los típicos productos de bollería industrial que tanto suelen apetecer a media mañana y que favorecen la obesidad infantil debido a su alto contenido en ácidos grasos y azúcares.
* La cena, un momento de encuentro
Posiblemente la cena sea la única comida del día en la que pueden participar todos los miembros de la familia, es un punto de encuentro en el que compartir, disfrutar... y también nutrirse bien para que el cuerpo esté correctamente alimentado durante todo el tiempo que pasa hasta el desayuno.
Es muy importante tener en cuenta lo que se ha comido en el colegio a la hora de programar la cena, y no debe olvidarse incluir verduras o ensaladas como primer plato e incluir un moderado segundo plato ligero (pavo, pollo...) sin perder de vista lácteos y frutas.
Ana Roa, pedagoga. Autora de "¡Vive la Vida!" y "El Yo infantil y sus circunstancias".
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