"Si eso no se puede resolver, entiendan que un pueblo con mucha historia detrás y voluntad de futuro quiere resolver pacíficamente, democráticamente y de forma estrictamente europea ese futuro. No nos hemos vuelto locos, ni subido a la colina. Cuando los catalanes reclaman instrumentos de Estado lo hacen dentro del marco europeo e incluso del euro que intentamos defender".
Las perlas del nacionalista catalán, Sr. Mas, a raíz de la multitudinaria manifestación de la diada, no tienen desperdicio. Nos explica que el problema, creado por él mismo, se debe solucionar de forma estrictamente europea. ¿Cual es esa manera?. ¿Acaso hay otra?. Cataluña, le guste o no a D. Arturo, forma parte de España, un país de la Unión Europea y la afirmación del político podría tergiversarse hasta el extremo de entenderla como insinuación de que en España no somos europeos, que en el fondo, de lo que se trata, como siempre, es de ser mejores y no diferentes.
Nos dice que su comunidad tiene mucha historia detrás; supone uno que como todas, o menos que alguna, como Asturias. Aunque no sea del todo cierto, ha sido este retazo norteño el que inició la mal llamada reconquista, mientras Cataluña, tal vez contagiada de su vecina Francia, vio colonizado su territorio sin demasiada resistencia. Nunca ha sido reino, a diferencia de Aragón o de Asturias, como decíamos ayer, pero estos datos objetivos se sustituyen en el politiqués del Sr. Mas con el calificativo de “mucho” para referirse al pasado de su autonomía.
Al final, supongo que de lo que se trata es de obtener los cinco mil millones de euros para poder seguir dilapidando en absurdeces como las embajadas catalanas por el mundo, que suponen unos trescientos millones de euros anuales de gasto. En estos tiempos de crisis, tal cantidad supondría un sueldo de mil euros al mes para veinticinco mil familias, algo que aparentemente tiene más valor y relevancia que sostener cuatro estómagos agradecidos en oficinas sin ningún valor oficial. Así es la política.