Las siguientes tres mini-mini reseñas concluyen la cobertura que Espectadores le dedicó a la 14ª edición del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente. Mañana jueves, el blog habrá abandonado aguas baficianas (“¡por fin!”, exclamarán algunos); también retomará su frecuencia de actualización habitual: un post diario de lunes a viernes.
El director y guionista formado en Bélgica se cuida muy bien de compadecer al protagonista. La singularidad de Giacomo radica menos en su sordera que en la relación inmadura, afectuosa, sensual con Stefania, y en algunas reflexiones respecto de su vida.
Al principio, cuesta acostumbrarse a la modulación del actor Giacomo Zulian (igual que a su batería estridente). Pero Comodin tarda poco en anular nuestros apriori y en conmovernos con una historia ¿real? de amor y amistad.
Sin dudas, los hermanitos Willa y John McAbee resultan adorables. Pero Crazy & thief está más cerca de un ejercicio experimental con la familia que de un trabajo digno de participar en un festival internacional de cine.
En su documental, Pablo Romano cuenta la relación del pianista Alexander Panizza con las sonatas de Beethoven que enseña a tocar, y que él mismo ejecuta en sus recitales. Maestro, concertista, esposo y padre: cuatro versiones de un mismo hombre confluyen en este retrato que transmite admiración, pero que desmiente el mito del artista sin contacto mundano.
Por supuesto, Alexander Panizza, sólo piano es también un homenaje a Don Ludwig. Y vaya que resulta placentero volver a escucharlo.