Me resulta imposible no pensar en mi hermana M. cada vez que escucho este temazo de Soleá Morente, el sencillo más exitoso de los publicados por la de Granada (ahí ya empiezan las coincidencias) en 2018, a propósito de su celebrado “Ole Lorelei“. En “Baila Conmigo” la mediana de la dinastía Morente se desmarcaba de todo lo esperable para aterrizar en un nuevo territorio, deliciosamente electropop, flamenco (en el espíritu tal vez, no en las formas) sin ser flamenco. Ya se ha escrito muchas veces, y la definición me sirve a mi también: como un Camela meets Javiera Mena, esta canción lo tiene todo para arrancar a mi hermana (una mujer fuerte y no desprovista, por cierto, de la famosa malafollá granaína) esa sonrisa formidable que se le pone cuando se lo está pasando realmente bien. Es ponerme esta canción (últimamente lo hacemos mucho, en los trayectos al colegio) y vuelvo a verla en ese momento mágico de guapo -como dice la genial letra, obra de Lorena Álvarez- subido, cuando la música le transporta 10 metros por encima del agobio y el cansancio, los ojos entornados, un cigarrillo ¡ay! consumiéndose entre sus dedos, ese momento en el que sólo quiere bailar. La bola de espejos lanza mil destellos sobre la pista (de los coches de choque), y mi hermana se sacude con gracia a los pelmas que se le acercan. “¿Para qué te sirve ser tan listo / si ni siquiera / eres capaz de seguir mi ritmo?“: lo podía haber escrito ella.