Llegué a Murakami en forma extemporánea, es decir, mucho tiempo después de que se puso de moda en los círculos culturosos de literatulandia. El primer libro que cayó en mis manos fue 1Q84y la impresión de su lectura fue el descubrir a un narrador de las grandes ligas, un escritor con el perfecto dominio de las técnicas narrativas y las estrategias literarias para mantener en suspenso al lector. Es por ello que me pareció muy injusto el calificativo de “light”que Mario Vargas Llosa, en uno de sus artículos, le atribuyó a la narrativa, no solo de Murakami, sino también de Paul Auster, otro de mis escritores “fetiche”. En efecto, si leemos los ensayos y artículos que sobre el arte de la novela ha escrito el autor peruano, vamos a encontrar que todos los requisitos que él exige para la construcción de una gran obra narrativa son cumplidos por el escritor japonés: la creación de un universo narrativo particular, el uso de las técnicas narrativas al servicio de la historia que se está contando, la construcción de personajes redondos y perdurables, la representación simbólica de la sociedad que se pretende retratar y la utilización de un lenguaje y una prosa adecuados para la historia con el manejo de los tiempos acertados y eficaces. Todo ello y mucho más se puede apreciar en el autor de Tokio blues, lo que nos permite concluir que Vargas Llosa se apresuró en calificar de literatura ligera la obra de uno de los autores japoneses más interesantes de la actualidad.
BAILANDO CON MURAKAMIMax Palacios
Acabo de terminar de leer la última novela de Haruki Murakami, Baila, baila, baila, y su lectura no ha hecho más que confirmar la certeza de que nos encontramos ante uno de lo más singulares narradores japoneses de los últimos tiempos. A través de todas sus novelas, el escritor japonés construye un universo narrativo original, particular y extraordinario, cuyo eje temático recurrente es la soledad a la que está condenado el individuo contemporáneo; y cuyos personajes, siempre atractivos, nos generan una hermandad y simpatía poco común, a pesar de las distancias geográficas, lingüísticas y culturales.