Sabíamos que Blethyn se luce en comedia (por ejemplo, en El jardín de la alegría y en Pequeña voz) y drama (¿quién no lagrimeó con Secretos y mentiras y la más reciente London River?). Lo que no sabíamos es que también puede bailar, o al menos hilar una serie de pasos simples con la coreografía más compleja que ejecuta una doble.
Molina la acompaña con un charme que expresa el amor de su Boris por la Betty de Brenda, y que ilustra el homenaje a Ginger Roger y Fred Astaire.
A ambos los secundan Christopher Walken (que también hace gala de su comprobada facilidad para la danza), Robert Pugh (su villano de pacotilla nos reconcilia con el rostro que todavía hoy asociamos al padre incestuoso de Actos privados), Naomi Watts (por lo visto, hacía comedias antes de que la convocara Woody Allen), Lee Evans (a la par de Ben Stiller y Matt Dillon, tercer loco por Mary) y el conductor Jerry Springer (que hace de sí mismo).
Bailando en el cementerio pertenece al género que ahora llaman “feel good movie“. Sin ninguna relación con la traducción tinelliana, el título original Undertaking Betty insinúa la intención de burlar a la muerte, o a quienes lucran con ella, y anuncia el protagonismo acordado a una lady que -para beneplácito de ¿pocos? admiradores- encarna la encantadora Blethyn.