Sin conocer al portador de aquella máscara, me dejé seducir por sus movimientos, mientras mi mente trataba de dar forma al rostro que acompañaba a aquellos ojos verdes. Excitada por el roce de su cuerpo, no pude más que sentirme decepcionada, cuando la música cesó y besó mi mano como señal de despedida. Allí me quedé, con mi precioso vestido del sXVII y las ganas de comerme... el mundo.
Sin conocer al portador de aquella máscara, me dejé seducir por sus movimientos, mientras mi mente trataba de dar forma al rostro que acompañaba a aquellos ojos verdes. Excitada por el roce de su cuerpo, no pude más que sentirme decepcionada, cuando la música cesó y besó mi mano como señal de despedida. Allí me quedé, con mi precioso vestido del sXVII y las ganas de comerme... el mundo.