'Bailén', de Benito Pérez Galdós

Publicado el 13 enero 2014 por Carm9n @Carmenyamigos
 
"No basta la vida, hay que vivirla y esto exige determinar no solo la verdad sino, además, buscar algún sentido."
No se puede estar más de acuerdo con estas palabras de José Luis Mora García. Y se podría extrapolar esta idea para añadir que no basta con la historia, sus desnudos datos y acontecimientos, sino que hay que vivirla. Y a esto contribuye Galdós, el garbancero, acercándonos con vívidas imágenes la historia en sus Episodios Nacionales.  ¡El garbancero! Valle-Inclán, de estilo bien diferente al de Galdós, atacaba así con este apelativo su estilo castizo, coloquial y familiar, quizá un tanto envidioso desde su pobre posición del éxito de don Benito, la estrella del momento. Y es que es ese lenguaje castizo, expresivo, de olor a cocido que diría algún crítico, sencillo- al menos aparentemente-, tan cervantino, el gran atractivo del estilo galdosiano.  El libro favorito de Galdós era El Quijote, y la influencia de Cervantes es palpable allá donde miremos y allá donde enfoquemos su obra. Y en este tomo cuarto de la primera serie de los Episodios Nacionales, Bailén, se hace más evidente que nunca.    Comenzamos el episodio con Gabriel de Araceli recuperándose de la tres balas que los franceses, la canalla, le han disparado al pretender fusilarle. Nuestro héroe va recobrando el sentido mecido por la acalorada discusión que Santorcaz y Santiago Fernández mantienen sobre la victoria o derrota de Napoleón y sus tropas en España. Santorcaz, buen pillo que ha vivido algunos años en Francia, defiende la victoria gala, mientras que Santiago Fernández, loco ridículo al que llaman el Gran Capitán, el triunfo patrio. Nosotros, con ellos, nos hacemos unas risas. Gabrielillo no tiene fuerzas todavía para ello.
Una vez recuperado acompañaremos a Gabriel desde Madrid a Córdoba, con Santorcaz y Marijuan, un joven criado que va a servir a su ama, la condesa viuda doña María de Oro de Afan de Ribera. Alguna pequeña picardía adorna el camino de los tres y, a la altura de la Mancha, Luis de Santorcaz, cual Quijote del siglo XIX cree ver no ya molinos de viento sino la misma batalla de Austerlitz. Cosas veredes, Sancho, digo, Gabriellillo... El guiño cervantino es no evidente sino manifiesto en este homenaje al ilustre personaje.
"Esto es lo cierto: la Mancha, si alguna belleza tiene, es la belleza de su conjunto, es su propia desnudez y monotonía, que si no distraen ni sorprenden la imaginación, la dejan libre, dándole espacio y luz donde se precipite sin tropiezo alguno. La grandeza del pensamiento de D. Quijote no se comprende sino en la grandeza de la Mancha." 
Gabriel no tiene otro objetivo en ir a Córdoba que dar con su querida y ahora desaparecida Inesilla, cuya ascendencia parece empezara a aclararse y cuyo matrimonio ha sido acordado con- hete aquí, bendita casualidad- el hijo primogénito de doña María, a su vez emparentada con la condesa Amaranta, antigua ama de Gabriel. Inés es en verdad el único interés que lleva a Gabriel a esas tierras, en donde finalmente será testigo y partícipe, aunque un tanto despistado en papeles varios que afectan a Inés y su futuro, en la célebre batalla de Bailén.   Nos encontramos en Bailén el ya conocido enredo folletinesco entre Gabriel e Inés- la callada Inés-, seres de ficción y personajes históricos- mezcla de realidad y ficción típicamente cervantina-, abundantes dichos y refranes, humor caricaturesco, humor lingüístico, humor y más humor- las figuras de el Gran Capitán, don Diego, don Paco o el diplomático, por ejemplo, darán al lector alguna alegría- y, como ya es frecuente en esta primera serie, escaso uso del diálogo en favor de la narración y de la descripción de personajes, de plazas, calles y conventos, de situaciones, de precisos ropajes,...  Galdós- escritor de la vida, creador de mundos- nos trae en Bailén un retazo más de nuestra historia, un retrato de una España en pleno levantamiento contra los franceses invasores, de la crueldad de ciertos momentos pretéritos, pero nuevamente bajo una mirada amable arropada por el humor y con cierto fin ejemplarizante, para hacer suya la premisa de Pessoa que dice que... "El arte y no la historia es el maestro de la vida."  Y concluyo ya con unos versos del poema que Luis Cernuda dedicó a Galdós en su último libro, La desolación de la quimera...
"(...) La real para ti no es esa España obscena y deprimenteEn la que regentea la canalla,Sino esta España viva y siempre nobleQue Galdós en sus libros ha creado.De aquella nos consuela y cura ésta."
Apliquémonos el cuento, que la canalla abunda en estos oscuros tiempos nuestros...

P.D. 1 Animo a Mónica, o a quien corresponda, a organizar más pronto que tarde la lectura conjunta del siguiente episodio. En Despeñaperros, camino de vuelta a Madrid, hemos dejado a Gabrielillo. Nuevas y arriesgadas aventuras se avecinan y no sería de buen proceder dejar a este buen amigo a su suerte...
P.D. 2 Las ilustraciones corresponden  a la edición en la que estoy leyendo los Episodios Nacionales, la edición facsímil que publica JdeJ editores. Preciosa edición a muy bien precio, todo hay que decirlo, y en la que espero continuar leyendo al menos esta primera serie.