Veinte años han pasado y a 3500 metros de profundidad en el Atlántico Norte, los "regueros solidificados con aspecto de plastilina en estiramiento vertical" (ver vídeo) han montado una vigorosa familia alquitranosa dentro de los restos del petrolero que asoló con sus 70.000 toneladas de fuel, la costa gallega en noviembre del 2002.
Escondida allí dentro, hay una enorme matriz con aspecto de pulpo gigante del que se van desprendiendo pulpitos pequeños que quieren vivir sus propias aventuras lejos de casa. Como no quieren estar solos, a medida que van saliendo, se asocian con sus hermanos y todos juntos retozan alborozados buscando otros amigos con los que jugar en aquellas sombrías profundidades.
El resto de criaturas submarinas son esquivas ante estos desconocidos, tan oscuros y juguetones. Sin embargo, siempre hay fisgones incautos que se acercan demasiado, sin saber que de tan afectuosos, los pulpitos se dejarán tragar hasta intoxicarlos sin remedio o con sus abrazos pringosos los embalsamarán para que pierdan toda esperanza.Ariel, escúchame. El mundo de los humanos es un desastre. La vida bajo el agua es mucho mejor de lo que ellos pueden soñar. Todo es una balsa de aceite en el fondo del mar.