Bajo el sol de la Toscana

Por Lamadretigre

Guía apócrifa de la Toscana

Qué es la Toscana

Antes de embarcar conviene saber que la Toscana está en el noroeste de Italia. Y se habla italiano. Les parecerá obvio pero no lo es tanto si tenemos en cuenta un poco más al norte, en el Tirol, se habla alemán. La capital de la región es Florencia con su catedral de quitar del hipo y una concentración de maravillas arquitectónicas y artísticas difícil de digerir de una sola tacada.

Cómo llegar a la Toscana

Se puede llegar por todos los medios habituales como avión, tren, coche, barco y ciclomotor. También hay más de un alemán empeñado en no bajarse de la bici. Cualquiera que sea el medio de transporte elegido para personarse allí, lo importante es saber que la Toscana se conoce a golpe de coche. Absolutamente imprescindible, aunque no siempre tarea fácil. El vehículo cuanto más pequeño mejor. No hace falta que les recuerde lo mucho que les gusta a los italianos ahorrar en aceras, arcenes y espacio vial en general. Tengo que reconocer en cambio que lo del aparcamiento lo tienen bien organizado, no tuvimos problemas ni en los cogollos más transitados.

A quién llevar a la Toscana

Es un destino muy versátil. Tan familiar como romántico y muy apto para llevar los churumbeles a cuestas. Los italianos tienen buen aguante para el griterío infantil. Hasta en los mejores restaurantes te acogen encantados aunque lleves una corte de seres de menos de metro y medio. Incluso el más exquisito de los chefs tiene siempre unos spaghetti pomodoro a mano para los más pequeños.

Dónde dormir en la Toscana

Ya estamos en la Toscana con nuestra comitiva bien apiñada en el coche tamaño féretro. Ahora toca decidir dónde pernoctar. Esta decisión es vital y marcará el tipo de experiencia toscana que tengamos. Para mí la Toscana son caminitos de cipreses con su casa en lo alto de la colina. Son terrazas de piedra con pérgolas de parra, salones con enormes vigas de madera y vistas sobre campos de amapolas. Lo mejor es evitar los alojamientos en las ciudades o pueblos principales y hospedarse en casas y hoteles rurales que hayan sabido conservar el sabor de la zona. Nosotros nos quedamos al sur de Siena en Murlo.

Qué ver en la Toscana

El principal pero de esta zona es que es tan bonita y hay tantas catedrales, ruinas y pueblos espectaculares que atrae a los turistas de todo el mundo como moscas. Uno corre el peligro de embarcarse en una suerte de gymkana de hito turístico en hito turístico y tiro porque me toca y perder de vista la verdadera esencia y parsimonia toscana.

Yo entiendo la Toscana como un sitio pausado para mimar el estómago y el paladar con calma, pasear tranquilamente y dejarse sorprender por atardeceres increíbles. Pero es fácil romper este encanto a golpe de autopista de la era Musolini, colas y hordas de turistas glotones.

Para empezar yo separaría Florencia de la Toscana. Florencia merece un viaje en sí mismo, un viaje de arte, ciudad y cultura. La Toscana es otra cosa y si sólo disponemos de un tiempo limitado mezclarlos en un solo circuito puede empachar.

Luego tenemos los pueblos y pequeñas ciudades cercanos a Florencia con Lucca y el archiconocido San Gimignano a la cabeza. Si no van sobrados de tiempo éstos también me los saltaría. San Gimignano es ideal, no les digo que yo que no, pero como ustedes y yo lo saben otro millón de personas dispuestas a hacer media hora de cola para degustar el mejor helado del mundo. Con Lucca me pasa algo parecido, tiene tanta cosa bonita en el recinto amurallado, tanta tienda y tanto turista que uno tiene la sensación de que lo hayan soltado en uno de esos laberintos para ratas de laboratorio. Para mí lo mejor de esa zona son las vistas desde Volterra, un pueblo que en sí mismo no vale gran cosa, pero las vistas desde lo alto son espléndidas.

A la costa Etrusca ni se acerquen. Livorno es más feo que un dolor y la costa es de geografía bonita pero los pueblos no tienen demasiado encanto.

Si su viaje es de una semana o menos yo me concentraría en la parte al sur de Siena. Para quitarse el mono de catedral la de esta ciudad es preciosa. Tiene una plaza curiosa y un mercadillo de antigüedades resultón. Si quieren ir de compras Arezzo es un buen compendio de lo bonito, lo local y lo turístico. La catedral también es muy bonita y el parque de alrededor con vistas es un sitio perfecto para darse un paseo relajado. Para pueblos bonitos y no tan explotados como los del norte, Montepulciano y Montalcino les hacen el apaño divinamente. Pienza es agradable para tomarse un helado y comprar queso. La hermita de Nuestra Señora de la Asunción en San Quirico d’Orcia es un enclave con mucho encanto. Lo mejor de todo es que uno puede desplazarse entre todos estos sitios sin pisar una autovía, por carreteras comarcales que nos dan una panorámica espectacular sobre el valle d’Orcia. Imprescindible conducir desde Montepulciano hacia Murlo pasando por Pienza y Montalcino con la puesta de sol. Inolvidable.

Qué comer en la Toscana

Si usted lo que va buscando son insaltas caprese y spaghetti alla vongole limítese a los restaurantes para turistas de las plazas de los pueblos conocidos. La cocina típicamente toscana es otra cosa mucho menos ligera y más afín a la gastronomía de la meseta castellana. A los toscanos les gusta la carne de caza y hacen las pastas con ragouts de conejo, jabalí o ciervo. También son aficionados a la acelga y a los guisos y sopas de invierno con pan y judías blancas. Otra verdura predilecta es la alcachofa ya sea en carpaccio con bresaola o en risottos. El pescado es difícil de encontrar en muchas cartas. Todo esto se riega con fantásticos vinos de la zona. Imprescindible tomar de postre biscotes con vino santo y para una cena ligera quesos de la zona con miel y pera.

Qué comprar en la Toscana

Para gastarse los cuartos, sin desmerecer al calzado italiano que hay mucho y a buen precio, yo he vuelto enamorada del menaje del hogar. Sobretodo de los textiles. Qué trapos más ideales, qué mantelerías más preciosísimas y qué elenco de ensaladeras y cerámica pintada a mano más apetecible. No se pierdan tampoco los utensilios y tablas de madera de olivo. Nosotros nos hemos vuelto con una ensaladera que esperamos nos dé más rentabilidad que nuestros planes de pensiones.

Por último una advertencia perentoria: Eviten a toda costa las autopistas y autovías. Son el peor de los anticlímax. Aunque se tarde un poco más cíñanse a las carreteras comarcales por mucho kamikaze italiano que se deje los neumáticos por ellas. No se arrepentirán.


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