Amy Goodman
Estamos a pocas semanas de que se cumpla el quincuagésimo aniversario de la Marcha Sobre Washington por el trabajo y la libertad de 1963, fecha en que se conmemora la histórica concentración en que Martin Luther King Jr. pronunció su famoso discurso “Tengo un sueño”. Mientras se aproxima esa fecha, es importante recordar hasta qué punto King estaba en la mira del aparato de espionaje interno del gobierno. La operación del FBI contra King constituye uno de los episodios más vergonzosos de la larga historia de persecución de disidentes llevada a cabo por nuestro gobierno.
Cincuenta años después de aquella histórica marcha, Edward Snowden decidió correr un gran riesgo al exponer el alcance a nivel mundial de los programas de espionaje supervisados por el Presidente Barack Obama. Lo que reveló sigue provocando indignación y críticas hacia Estados Unidos en casi todos los rincones del mundo.
En un memorando clasificado del FBI, emitido el 4 de enero de 1956 —poco más de un mes después de que Rosa Parks fuera arrestada por negarse a ceder su asiento de autobús a un pasajero blanco—, la oficina del FBI de Mobile, Alabama, afirmó que un agente “había sido asignado para averiguar todo lo que pudiera sobre el Reverendo Martin L King, ministro de color de Montgomery y líder de los boicot a los autobuses… para revelar toda la información negativa que se pudiera respecto a King”.
En aquel momento, el FBI era dirigido por su director fundador, J Edgar Hoover, que hacía uso de los vastos recursos que controlaba contra todo aquel que considerara crítico de Estados Unidos. La operación clandestina de espionaje, infiltración y desbaratamiento de amplio alcance que llevó a cabo Hoover recibió el nombre de “COINTELPRO”, sigla que proviene del término “programa de contrainteligencia”.
Las actividades del programa COINTELPRO del FBI, así como operaciones ilegales llevadas a cabo por agencias como la CIA, fueron investigadas en profundidad en 1975 por el Comité Church, que estaba presidido por el senador demócrata de Idaho Frank Church. El comité informó que el FBI“llevó a cabo sofisticadas operaciones de vigilancia con el objetivo de impedir de manera directa el ejercicio de los derechos de libertad de expresión y asociación que establece la primera enmienda de la Constitución”. Entre las malintencionadas actividades del COINTELPRO estuvo el intento del FBIde amedrentar a Martin Luther King Jr con la amenaza de dejar al descubierto un presunto romance extramatrimonial, intento que incluyó la sugerencia por parte del FBI hacia King de evitar la vergüenza quitándose la vida.
Tras el informe del Comité Church, el Congreso impuso severas limitaciones al FBI y a otros organismos de inteligencia, las cuales restringieron el espionaje a nivel nacional. Entre estos cambios, figura la aprobación de la Ley de Vigilancia de Inteligencia Extranjera (FISA, por su sigla en inglés). La Ley FISA obligó al FBI y a otras estructuras del gobierno a recurrir a un tribunal secreto, el Tribunal de Vigilancia de Inteligencia Extranjera, para poder intervenir líneas telefónicas dentro del territorio nacional.
Luego tuvieron lugar los ataques del 11 de Septiembre de 2001 y la aprobación de la Ley Patriota, que otorgó amplios nuevos poderes de espionaje a las agencias de inteligencia, entre ellas, el FBI. El artículo 215 de esa ley ha sido muy criticado, en primer lugar, por permitir al FBI obtener registros de los libros que las personas llevan en préstamo de las bibliotecas. Sin embargo, actualmente, a más de 10 años de la aprobación de la ley y gracias a la información filtrada por Snowden, podemos observar que el gobierno ha utilizado la Ley Patriota para llevar a cabo operaciones de intervención de todas las comunicaciones electrónicas, entre ellas, los “metadatos” telefónicos, que pueden ser analizados de forma tal que revelen datos íntimos de nuestra vida. Sin dudas, estamos ante la legalización de un sistema de vigilancia total verdaderamente orwelliano.
En lo que se ha considerado una prueba de fuego para la posibilidad de reducir los programas de espionaje interno del gobierno de Obama, una coalición bipartidaria de republicanos libertarios y demócratas progresistas presentó una propuesta de enmienda al más reciente proyecto de ley de autorización de defensa. Justin Amash, republicano, y John Conyers, demócrata, ambos de Michigan, impulsaron conjuntamente la enmienda, que habría impedido que la NSA obtuviera financiamiento para recopilar los registros telefónicos y datos de personas que no se encuentran bajo investigación.
La casa Blanca se tomó en serio la posibilidad de que su facultad de espiar pudiera verse limitada por el Congreso. En la víspera del debate sobre la enmienda Amash/Conyers, el Director General de la NSA, Keith B. Alexander, el Director Nacional de Inteligencia, James Clapper, y miembros de la línea dura de los comités de inteligencia del Congreso ejercieron presión sobre miembros de la Cámara de Representantes.
Finalmente, la enmienda fue derrotada por un estrecho margen. Un proyecto de ley que, de manera similar a la enmienda Amash/Conyers, dejaría sin efecto el programa de la NSA se encuentra actualmente en tratamiento en comisiones.
Gracias a Edward Snowden y a los periodistas que redactan noticias basadas en sus denuncias, sabemos hoy que el gobierno de Obama recopila grandes cantidades de nuestra información. Martin Luther King Jr fue un disidente, un líder social y un crítico de las guerras de Estados Unidos en el extranjero y de la pobreza y el racismo en su país. Lo espiaron, y su tarea se vio afectada por el gobierno federal.
El quincuagésimo aniversario de la Marcha sobre Washington es el 28 de agosto. Profundamente consternado por la represión de la disidencia que tiene lugar bajo el gobierno de Obama, el académico Cornel West, profesor de Filosofía y Estudios sobre religión en Nueva York, se pregunta: “¿Saben que habrá una marcha en agosto, no? Y lo irónico es que el Hermano Martin [Luther King] no estará invitado a la marcha en su honor porque hablaría de los aviones teledirigidos, hablaría de los delincuentes que están al frente de Wall Street, hablaría de la clase trabajadora, empujada a la marginalidad mientras que las ganancias van a parar a los bolsillos de los ejecutivos de las grandes empresas. Hablaría del legado de la supremacía blanca. ¿Piensan que los que van a ir a la marcha hablarán de los aviones teledirigidos? ¿O del presidente teledirigido? ¿Piensan que los que van a ir a la marcha hablarán de los vínculos con Wall Street? Permítannos decir la verdad, salir del escenario montado por Obama y decir: ’¿Saben qué? Nos enfrentamos a delincuentes allá arriba y acá abajo. Basta de hipocresía. Dejemos al descubierto la deshonestidad y seamos leales al legado de del hermano King’”.
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2013 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Fernanda Gerpe. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 750 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 400 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.