Páginas: 424
ISBN: 9788445078150
Precio: 19,50 €
Elspeth Cooper
Bajo la hiedra
Gair es un joven que acaba de ser condenado a muerte. ¿Los motivos? Tiene la capacidad de escuchar una música, una melodía especial que le permite emplear ciertos poderes mágicos relacionados con el fuego, el agua y otros elementos. «Perteneces a una estirpe cada vez más rara. Eres capaz de escuchar los cantos de la tierra, tocar un poder tan inmenso que permite mover montañas, tan sutil que puede doblar un millar de pétalos para dar forma a un capullo de crisantemo del tamaño de tu pulgar.» (pág. 103). En la ciudad donde ha crecido eso no está bien visto y lo consideran un brujo; no obstante, a última hora una petición de clemencia lo salva de la hoguera.Gair debe huir, y en su camino encuentra a Alderan, un misterioso señor que está dispuesto a ayudarlo a pesar de los riesgos que eso conlleva. Alderan sabe cómo es Gair y lo conduce a una escuela en la que conocerá a otros como él y aprenderá a sacar el máximo provecho a sus capacidades. Pero no todo es bonito para el chico: mientras él viaja y se prepara, el Anciano Goran sigue obsesionado con él y envía a un sagaz cazabrujos en su búsqueda. Al mismo tiempo, hay una trama paralela en la que algunos personajes investigan la manera de destruir el llamado Velo, lo que separa a los humanos de los demonios. Una historia de conspiraciones que, eso sí, no llega a tener tanto peso como la vida de Gair.
Bajo la hiedra es el primer volumen de una trilogía. Los títulos del segundo y el tercero, según la web de la autora, serán Trinity Moon y The Dragon House. Todavía se desconocen sus cubiertas y fechas de publicación.
Impresiones
A mí no me ha convencido, os lo adelanto. No esperaba una novela del nivel del éxito de Patrick Rothfuss (procuro no tomarme este tipo de referencias al pie de la letra), pero sí una obra de notable, que me hiciera pasar un buen rato. Es posible que otras personas encuentren en Bajo la hiedra lo que yo no he sido capaz de hallar en él, no lo niego. Estamos ante uno de esos casos en los que, pese a no parecerme un libro terriblemente malo, se me ha atragantado a base de bien y terminarlo se convirtió para mí en todo un ejercicio de voluntad.
Los problemas que tuve al comienzo se repiten a lo largo de sus cuatrocientas páginas. Algunos tramos sí que me engancharon y me intrigaron acerca de lo que ocurriría después (como cuando Gair se presenta ante los profesores y conoce a Aysha); ahora bien, con esa narración pausada (y pesada) no he podido evitar encontrarme con muchos altibajos. Sin ir más lejos, los capítulos dedicados a la trama paralela de la investigación me sacaron de quicio: aparte de que me costó muchísimo situarme en ellos (hablo de tener que parar y volver a leer porque no me había enterado de la mitad), su historia me parece menos interesante que las vivencias de Gair. Lo que tenía que ser un recurso para que el lector no pudiera soltar el libro y necesitara avanzar para volver a saber del protagonista, se ha convertido en una práctica tediosa que me hace aborrecerlo más.
Cambiando de tercio, a diferencia de otros libros de fantasía épica, en este la magia está presente desde el principio y no es una mera historia «de batallitas y reinos perdidos» (que los fans del género no me maten). También destaco la prosa evocadora de Cooper (que aburra no quita que consiga una atmósfera épica desde las primeras líneas). En fin, la cosa prometía, aunque con los inconvenientes que he comentado no he disfrutado de ella. Y todavía hay más…
Os decía que me ha parecido poco original. Gran parte de la historia gira en torno a Gair en la escuela, sus poderes y su relación con compañeros y profesores. Nada nuevo bajo el sol. No solo es un tema explotado hasta la saciedad (en novelas fantásticas y de otros géneros), sino que precisamente en El nombre del viento encontramos su homólogo con la maravillosa Universidad de Rothfuss. La escena en la que el alumno se presenta a los profesores y les muestra lo que sabe hacer es calcada (sí, estamos ante otro joven brillante y muy capacitado…). Teniendo en cuenta que El nombre del viento le da mil vueltas (en esta parte y en general), pienso que la referencia a este libro no podía ser más inoportuna. Hacen más grande a la competencia porque su propuesta no está a la altura de lo esperado.
En relación con las habilidades de Gair, hay un punto en el que veo cierta incoherencia: si el chico sabe que tiene tantos poderes desde hace tiempo, ¿por qué no los utilizó para huir más fácilmente, o incluso para hacer su vida más fácil y evitar que lo condenaran? De acuerdo, entonces no sabía que había otros como él y le inculcaron unas creencias que ven mal estos poderes, pero aun así… En mi opinión, el espíritu de supervivencia está por encima de todo, así que no he acabado de creerme ese planteamiento.
Quizá una parte de los problemas se habrían eliminado con un buen pulido y 150 o 200 páginas menos. No me miréis con esa cara de sorpresa, sé que el libro no es largo en exceso, pero creo que su historia se podría haber contado en menos páginas, con la acción más condensada y menos párrafos repletos de detalles. Si decidís darle una oportunidad, tenéis que estar dispuestos a leer un relato con muchas páginas en las que «no pasa nada», como se suele decir. En definitiva, hay partes que me han gustado más que otras, pero en conjunto no me ha dejado satisfecha y no puedo recomendarlo. Estoy convencida de que se venderá bien y habrá gente que lo disfrute; eso sí, seguro que la opinión general no llegará al nivel de la de El nombre del viento.
Mi valoración: 4/10