La mediocridad tiene a lo grupal. Varias mediocridades juntas se sienten reforzadas, escuchan mutuamente el sonido hosco de sus gruñidos y lo perciben como música vigorosa, wagneriana, que traduce en notas sus verdades –en realidad frustraciones, complejos y consecuentes envidias-. Unidos en violentas manadas, aborrecen la individualidad, el carácter sereno, la apariencia feliz. No van más allá porque no lo desean ni precisan. Cualquier excusa sirve si setrata de rechinar los dientes o espumajear la rabia. Debería no obstante disculparme por emplear la manada como imagen o metáfora. Quisiera para ellos la nobleza instintiva de los animales. ****
Otras rebeldías: la de los trabajadores de corbata. Esta es una de mis escenas favoritas de la historia del cine:
En ella Michael Clayton se pone en pie, deja de ser el fiel mandado que todo lo arregla en las alcantarillas de los grandes despachos, toma las riendas, antepone su dignidad y la de su compañero asesinado frente al riesgo, el dinero, la muerte, todo. Y lo hace con admirable perspicacia, trazando un plan y aplicándolo paso a paso, hasta llegar al exultante enfrentamiento final. Es el triunfo de la inteligencia frente a la mediocridad. Los trabajadores de corbata también tienen su historia. En las mesas monótonas iluminadas por los ordenadores hay cotidianos sufrimientos, mentiras, manipulaciones, envidias, acoso, oscuras maniobras de desestabilización que pueden socavar la mente. Pero a veces basta con detenerla mirada en esas columnas de cascos mineros, como luciérnagas portadoras deesperanza en la negra noche, o en esa expresión firme y temible de Clayton cuando dice la mítica frase¿Te parece que estoy negociando?, para comprender que la dignidad es intocable y que luchar por ella con astucia constituye la tarea más noble en que cabe comprometerse. Acabo con otra de mis frases favoritas de la película, y te la dedico a ti, que no la leerás –y si lo haces no llegarás a entender-, que me has defraudado, que me temes y me aborreces secretamente, que mientes, que mixtificas, que te refocilas en tu poderosa mediocridad, que me has hecho mucho daño al arrancarme de mi paz y enredarme en tus tristes ambiciones, que me has golpeado fuerte, sí, pero sólo porque no sabía que habías declarado una batalla recóndita contra mí. Ahora ya lo sé. Tiembla.Te la dedico a ti que en tu pequeñez no llegarás a conocerme hasta que sea demasiado tarde, y que entonces, en ese preciso momento, te preguntarás quién tienes delante y te responderé, como Clayton:Soy Shiva, eldios de la muerte.(Coda: gracias, en cualquier caso, por haberme proporcionado un excelente personaje literario)