Balance

Por Yopo
El 2012 era un año de esos que siempre salía a relucir hace un tiempo. Aparecía en conversaciones, películas, canciones o profecías mayas, pero ha llegado y se ha ido del mismo modo que los demás. Mi 2012 ha sido muy extraño, por ser el primero de una vida diferente en la que aún no tengo muy claro qué será de mi. No obstante, no ha sido un año malo, porque al menos puedo dar gracias por muchas cosas, algo que en los tiempos que vivimos no es tan habitual. Este ha sido el primer año en el que no he estudiado nada. Una vida sin libros ni temarios de por medio es más llevadera por un lado, pero sin olvidarnos del todo de las letras, gracias a las novelas que siempre me acompañan, y a la escritura que se ha convertido en mi salvación. Un año sin estudios y sin trabajo, que de no ser por esta pasión que todos compartimos, también hubiera sido un año de nini 2.0. Pero no, mis limitadas capacidades al mando de un teclado QWERTY me han permitido desarrollar una faceta de redactor o colaborador remunerado que hasta ahora solamente conocía gracias a este santo blog. Sin pasta de por medio, sobra decir. A parte de los meses que llevo dedicado a esta ardua empresa, 2012 también me ha servido para disfrutar. Dos viajes cortos, pero intensos, en la mejor de las compañías, me han permitido conocer mejor este mundo que nos rodea. En marzo, Oporto se abrió camino y pude comprobar una vez más la belleza del país vecino, pero también lo mal que lo están pasando por el rescate y la crisis, aunque el carácter de los portugueses es de poder con todo. En noviembre, un mundo diferente, no tan lejano a nosotros, se materializó con la visita a Suiza, descubriendo que las cosas pueden ser muy distintas si se hacen bien.  No obstante, no todo ha sido diversión. En agosto, la muerte de un familiar cercano nos pilló a todos por sorpresa, y tuvimos que pasar por un trago amargo de los que nunca se desean. Aspectos negativos, no muchos más, tal vez la espinita que se me quedó clavada este verano por no disponer de muchos días libres para descansar en mi adorado pueblo. Tampoco es de mi agrado la marcha masiva de amigos que se van al extranjero a labrarse un futuro, varias despedidas que se podrían evitar si España estuviera un poquito mejor, lo que se está convirtiendo en una utopía. En definitiva, un año de contrastes, como todos. En el que el mundo no se ha ido al garete como presagiaban los mayas, pero tal vez sí haya comenzado una nueva era. Un nuevo tiempo, difícil y diferente, en el que debemos seguir luchando juntos. Espero que así sea en el 2013. Próspero año nuevo.