No volverás a ver la mirada triste del chico que observaba el infinito.
Pero el balance me lleva de Malawia Manhattan. De un final de 2012 a la orilla del lago homónimo en la que ya sólo importaba la nueva vida en la ciudad más intensa del planeta a los últimos suspiros de 2013, cuando el destino te recuerda que aquí ordena él y que, aunque tú puedes poner toda tu buena intención, las cosas se harán como él mande. Y mandan las ausencias, las que hoy no vienen en ese avión que está aterrizando. Las que ya no me lo comparten todo, como fue antes del huracán. Seré bien breve: te he perdido y eso duele.
Desde hoy no temas nada, no hace falta ya, todo se fue con el huracán. Nada queda de las vueltas que el tiempo nos dio, todo se fue con el huracán.