Precisamente, una de las cosas que más nos gusta del cómic de Alba es su acercamiento al pensamiento de Balthus (filtrado por los fragmentos extraídos de sus Memorias) y la verbalización del mismo por parte del personaje protagonista en primera persona. Algunos fragmentos del cómic ponen la mirada en las críticas y acusaciones de depravación que Balthus recibió en vida:
Siempre he comprendido la familiaridad que me une a Rossinière. Hay una claridad en la luz que hace más evidentes todas las cosas. Por eso admiro tanto a los primitivos italianos. Su pintura es sagrada, va más allá de las apariencias. Lo invisible de las cosas, el secreto del alma. Es lo mismo que veo desde mis ventanas. Un impulso hacia el cielo, la eternidad. Siempre empiezo un cuadro rezando. La pintura es una forma de oración, un camino para llegar a Dios. El rosario que me regaló el Santo Padre me ayudó mucho en este trabajo interior. Mi gran fuerza se debe a mi fe. Por eso, mis pinturas de niñas desvestidas no responden a una visión erótica que me convertiría en un voyeur que exterioriza sus tendencias maniáticas... Para mí son imágenes angelicales y celestiales. Creer que en mis niñas hay un erotismo perverso es quedarse en el nivel material de las cosas. Es no entender nada de las languideces adolescentes, de su inocencia, es ignorar la verdad de la infancia.