Título original : Balzac et la petite tailleuse chinoise
Año de publicación : 1999
Título en portugués : Balzac e a costureirinha chinesa
Editora : Objetiva
Traducción : Véra Lucia dos Reis
Año de esta publicación : 2001
Este es un libro que todo lector que se jacte de serlo debería conocer. Mediante la historia que aquí Dai Sijie (1954) nos presenta comprobamos que la buena literatura liberta.
Aquí dos jóvenes amigos, Luo y nuestro narrador son llevados a una zona alejada en medio de las montañas para ser reeducados, entiéndase: incentivar nuevos conceptos sobre patriotismo e inculcar la ideología comunista, y es en ese escenario que conocen a la joven costurera, la más hermosa del pueblo y alrededores, juntos conocerán al “cuatro ojos”, quien atesora y esconde debajo de su cama una enigmática maleta. Al decidir revisar qué hay en su interior descubrirán libros de autores occidentales como Victor Hugo, Stendhal, Flaubert, Melville, Dumas, Baudelaire, Romain Rolland, Tolstoi, Gogol, Dostoievski, Kipling, Dickens, entre muchos otros, y claro, Balzac, en cuidadas traducciones al chino, motivo que causará un profundo deslumbramiento, descubriendo Luo en él la codicia (al ver que son tantos e inicialmente no pueden cargar con todos, él se negará a dejar siquiera un libro atrás), poniendo en peligro y al descubierto su invasión al recinto del cuatro ojos. En aquel tiempo, la posesión de obras como esas eran absolutamente prohibidas, motivo suficiente para ser preso y castigado con severidad.
Lo interesante en esta obra es lo divertido que se hace a pesar de la dura realidad en la que los personajes se desenvuelven, prohibidos de continuar estudiando, prohibidos de cultivar y desarrollar cultura ajena a la que aquella dictadura del proletariado querían que conociesen, ya sea libros, música, etc; y obligados a hacer suya una absurda ideología de la que ellos no tienen el mínimo interés. La madre de cuatro ojos, por ejemplo, es una poetisa respetada que aparenta una anciana haciendo croché para pasar desapercibida ante las autoridades, pero confiesa estar en un constante ejercicio de creación mientras sus manos ejercen con habilidad la costura; en otro trecho nuestro narrador convencerá a un médico de la ciudad de que atienda a su amiga costurera al ofrecerle en forma de pago una obra de Balzac. El galeno totalmente perplejo accederá al comprobar que el joven tiene la obra en su poder sabiendo que puede ser suya. El autor retrata muy bien las ganas del médico por hacerse de un libro como ese, la magnitud de una respuesta positiva (podría ser preso al atender a un “enemigo del pueblo”, o quizá hasta muerto) ante tremendo estímulo (la obra de Balzac en chino); nuestro narrador la hizo de Pávlov y el médico fue su perro.
Obra con tinte autobiográfico que Dai Sijie no pretende disimular. Él mismo pasó por esta reeducación durante la Revolución Cultural en su país de origen, radicando posteriormente en Francia donde desarrolla su carrera de cineasta a la par con la de escritor. Él mismo llevó al cine esta obra, haciéndose cargo de la dirección.
La sensación de libertad que Luo y el narrador encontraron en los diversos libros también germinó en la joven costurera, aunque de manera diferente e inesperada hasta para ella, haciendo que su vida cambie totalmente, con un futuro incierto, sí, pero libre. Un libro donde el arte transforma las vidas de los tres jóvenes, pero sobre todo de la última.
Hermosa historia con la que Dai Sijie se dio a conocer en el ámbito literario, perfecta para iniciar con este autor de quien hace pocos meses atrás la editorial Salamandra publicó en nuestro idioma su última novela (la cuarta, la de esta entrada es la primera) “La acrobacia de Confucio”.
“Balzac y la joven costurera china” es una obra muy ágil, divertida, sabe enganchar en los finales de cada subcapítulo, creando un pequeño suspenso a lo que está por venir. Muy descriptivo tanto en los paisajes de la ciudad y de la montaña del Fénix Celestial, como en las costumbres de los diversos personajes. Si hasta pica la piel cuando Luo está en la choza del viejo agricultor -quien divide la tierra donde se acuesta con cientos de piojos- para sacarle algunos cánticos populares a fin de cambiarlos por libros con el cuatro ojos.
Una obra donde su gran virtud es la simplicidad con la que el autor nos presenta esta historia. Para mí encontrar y leer a Dai Sijie fue un gran descubrimiento y toda una revelación.