Revista Opinión

Banco de España: Los políticos no rectifican y siguen mangoneando en las instituciones

Publicado el 07 junio 2012 por Franky
Banco de España: Los políticos no rectifican y siguen mangoneando en las instituciones A pesar del clamor popular que exige una democracia limpia y decente, los políticos españoles, los más desprestigiados de Europa, no rectifican y negocian ahora a quien de los suyos colocarán al frente del Banco de España, una institución clave que, por su naturaleza, debería quedar libre de contaminación política y regida por ciudadanos independientes y de probada capacidad profesional y ética.

La experiencia de Miguel Ángel Fernández Ordoñez (MAFO), un socialista con carné puesto al frente del Banco de España por el nefasto Zapatero, no ha servido de nada porque los políticos españoles son arrogantes, incorregibles y material perdido para la democracia. MAFO fue más fiel a los intereses de su partido que a los de España y, como consecuencia, negó y ocultó la ruina del sistema financiero español y manipuló las cajas de ahorro hasta llevarlas a la situación actual, donde muchas están al borde del abismo, en plena ruina.

los dos potenciales candidatos que contarían con más posibilidades en estos momentos son Luis María Linde y José Manuel González Páramo. El primero, que fue nombrado consejero del Banco de España en mayo, es una persona de la confianza de Guindos si bien su nombramiento supondría tener que renovar el cargo dentro de tres años, cuando superaría la edad límite para ser gobernador (70 años).Con menos posibilidades parece contar Fernando Bécker, muy cercano al presidente Mariano Rajoy pero con un pasado político marcado, pues fue consejero autonómico en Castilla y León y alto cargo del PP en los noventa, y actualmente es directivo de Iberdrola.

Por su parte, el PSOE, que no renuncia a repartirse el poder con el PP, pugna por colocar como vicegobernador a uno de los suyos. El mejor situado parece ser José Manuel Campa, secretario de Estado de Economía con Elena Salgado.

Los políticos españoles parecen insensibles al rechazo de los ciudadanos por su intervencionismo y desprecio a la democracia, mostrándose incapaces, una y otra vez, de respetar la independencia de las instituciones y el protagonismo del ciudadano y de la sociedad civil en un sistema que han prostituido hasta la nausea.







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