¿Qué me hace pensar que la crisis va a durar y durar y durar? La falta de imaginación de nuestros líderes para buscar y acordar soluciones diferentes a las establecidas.
Cuando una empresa va mal, hay que establecer cambios evolutivos y disruptivos. Los primeros son relativamente fáciles, hacer lo que hacíamos un poco mejor. Los segundos son más difíciles, porque implican dejar de hacer lo que hacíamos, y probar con cosas que nunca hemos probado.
Y eso, en España ¡vade retro, satanás! Aquí o copiamos o imitamos. Imaginativos, mucho, creativos, poco.
El problema de fondo del país es que vivimos y nos gusta vivir en propiedad. Y ya no tenemos dinero para tal lujo. Por lo que las viviendas se convierten en una rémora de valor en continuo decremento pesando sobre los balances de los Bancos que las soportaron en su financiación. Un “Banco” sería “malo” no porque en él se coloquen todos los pisos del mundo (que siempre han sido un valor seguro), sino porque no sabría que hacer con tales propiedades, más allá de intentar una casi imposible venta.
Pero si en vez de banco creamos una inmobiliaria – gestionada por una red de franquiciados privados, no más organismos, por favor- y nos dedicamos a alquilar, a extranjeros, a tercera edad, a jóvenes, a… con fórmulas creativas, y bajando los costes de impuestos y demás a cifras razonables, esa inmobiliaria tendría futuro. Si llegamos a convencernos de algo que antes sabíamos: que tener un piso en propiedad no es un derecho recogido por la Constitución. Una vivienda digna, sí. Y que para llegar a comprar tu casa, tienes que trabajar y ahorrar una serie de años, y eso suponiendo que esa inversión realmente te convenga.
Tenemos la población necesitada de vivienda. Tenemos las viviendas. Pero carecemos de la flexibilidad y la creatividad para enlazar ambos recursos, así que quemaremos a ambos en la hoguera de nuestra estupidez. Y le echaremos la culpa a crisis. Obviamente.