El Banco de España y el Servicio Ejecutivo de Prevención de Blanqueo de Capitales (Sepblac) han brillado por su inoperancia e incompetencia a la hora de detectar la comisión de actividades fraudulentas en, al menos, la sucursal radicada en la Capitaldel Reino. Sus mecanismos de supervisión y vigilancia, funciones que estatutariamente tienen encomendadas, han resultado inútiles, y únicamente por indicación de las autoridades norteamericanas, instando a la intervención, se ha procedido a la suspensión del Banco, la destitución de su cúpula directiva y a la apertura del expediente sancionador que se traslada a la Fiscalía Anticorrupcióny al juez. Es decir, hasta que los americanos no mandan parar, el Banco de Madrid hubiera seguido blanqueando dinero ante las mismas barbas de todas las instituciones que vigilan y promueven el buen funcionamiento del sistema financiero español y de supervisar la solvencia y el cumplimiento de la legalidad de estas entidades.
En cuanto ha habido que ejercer un control más estricto a estas entidades, controles solicitados por instancias europeas, más anomalías aparecían. Lo que marca una inflexión en este marasmo de arbitrariedad financiera es la intervención de Caja Castilla La Mancha, en 2009, acausa del “agujero” de pérdidas que acumulaba al vulnerar irresponsablemente la normativa de riesgos. Necesitó 4.125 millones de euros por parte del Fondo de Garantía de Depósitos, más otros 1.493 del FROB cuando fue absorbida por Cajastur.
Ni siquiera buques insignias de mayor prestigio y solvencia, como el Santander, se libran de presentar algún “marrón” en su gestión o en sus gestores. Altos directivos de la entidad, incluido el fallecido presidente Emilio Botín y otros miembros de su familia, han sido imputados y condenados por disponer de cuentas no declaradas en Suiza y por cometer fraude fiscal y falsedad documental, entre otros delitos. Un alto ejecutivo del banco, Alfredo Sáenz, fue condenado e inhabilitado por delitos de acusación y denuncia falsa, siendo finalmente indultado por el anterior Gobierno socialista. En cualquier caso, tanto es el “poder” del “mejor banco del mundo” que, como consecuencia del sobreseimiento de uno de los casos en los que se estuvo involucrado, se ha acuñado el término de “doctrina de Botín”, que actualmente reclama la infanta dona Cristina en su defensa en el caso Nóos, cuando dicho sobreseimiento se origina por la falta de acusación del Ministerio Fiscal. No se trata de ninguna jurisprudencia establecida, sino de simple trato de favor a una élite en su relación con la Justicia.
Los motivos por los que Estados Unidos insta la intervención del Banco de Andorra y del Banco de Madrid son más políticos que económicos, pero, en su proceder, ponen de relieve la inutilidad de nuestro servicio de supervisión y vigilancia del sistema financiero y del seguidismo con el que actúa a las órdenes de las autoridades norteamericanas. Un seguidismo que, no obstante, permitió que algunos clientes pudieran retirar sus fondos antes de que la intervención suspendiera las actividades del banco español, dada la “tranquilidad” con la que se ejecutaron estas decisiones.
Si esto es actuar con diligencia y eficacia, que venga Obama a certificarlo y el Banco de España a demostrarlo, porque antes de que hubiera motivos públicos para la alerta, ya había “volado” un volumen nada despreciable de los fondos del Banco. En el “corralito” quedaron atrapados los ahorradores menos espabilados. Así las gasta la banca española, una banca bajo sospecha. Téngalo en cuenta a la hora de domiciliar su nómina.