"No vas a querer que se termine. Vas a querer seguir con esa chica cuando acabe, mucho después de que la historia haya contado lo que tenía que contarte" me dicen.
Céline Sciamma se coloca en un barrio de suburbio de París, uno de tantos donde viven (porque allí nace, crecen, sufren, se enamoran, estudian, se pelean, trabajan... y bailan y cantan) chicos y chicas cada día. Como en todos los barrios, en todas las ciudades y especialmente, en todos los suburbios que rodean a las mismas.
Bande de filles no es, en ese sentido, mucho más innovadora o distinta de sus primas Boyz N the Hood (John Singleton, 1991) La Heine (Mathieu Kassovitz, 1995) o Barrio (Fernando León de Aranoa, 1998) ya que igual que aquellas, se mueve dentro de los conflictos de identidad de los personajes, todavía jóvenes para muchas cosas pero también demasiado curtidos respecto a tantas otras. La vida de la calle, que muerde cuando se pasa en ese tipo de calles.
Pero Bande de filles no habla de racismo; Bande de filles no habla de narcotráfico ni tampoco (aunque lo sugiera en un segundo plano no tan lejano) de violencia doméstica. Bande de filles es sobre todo el sentimiento de la amistad que alimenta la definición de aquello que vamos a ser en el futuro, cuando todavía ni lo imaginamos. Eso cuenta y en eso consiste.Ahora bien, si lo que uno quiere es acudir a lo obvio, puede decirse ¿por qué no? que esta película, dirigida por una mujer y cuyas protagonistas son mujeres, marca una diferencia notable respecto a esas primas suyas: todas girando alrededor del pensamiento, la palabra y la obra de adolescentes masculinos y también, realizadas por directores. Podría ser, pero tampoco iré por ahí.Tanto a los protagonistas de Boyz N the Hood como a los de La Heine o Barrio, hay un elemento que los turba y perturba sin poder evitarlo: el arma de fuego. La pistola es un aspecto definitivo para entender los tres argumentos de aquellas historias porque su deseo de posesión de la misma, mueve a sus personajes a cometer acciones que los destruyen o los fortalecen. Bande de filles, sustituye el arma de fuego por un arma blanca: una navaja que hace que su protagonista, desee hacerse fuerte, cambiar, conocer lo que quiere, buscarlo y encontrarlo aunque tenga que sufrir por el camino. Tal vez sean cosas de mujeres.
Tengo 33 años y me ha llovido un poco encima desde que crucé la adolescencia. No importa: puedo ver esta película, puedo respirarla como si me faltara oxígeno y llenarme bien los pulmones con ella. Es un gustazo. Pocas cosas se recuerdan con más emoción de aquellos días que una canción coreografiada y "playbackeada" con una amiga. Las cosas como son: