Mientras el Gobierno lleva a cabo la segunda reforma del sistema bancario en tres meses, una generación anda perdida, sin trabajo a la vista. Sólo algunos privilegiados, como José Ignacio Goirigolzarri, vuelven triunfantes a la actividad laboral sin perder los 52,5 millones del plan de pensiones que acumulara hasta su marcha de BBVA. Su salida del BBVA se escenificó mediante una dimisión voluntaria por la cual el privilegiado directivo se prejubilaba anticipadamente, a los 55 años de edad, mediante el pago de unos tres millones de euros al año con carácter vitalicio, a la espera de otro trabajo lucrativo. Convertido en presidente de la recién nacionalizada Bankia, por invitación expresa del presidente saliente, Rodrigo Rato, su vuelta a la vida laboral demuestra que los únicos que salen ganando con la crisis de los bancos son los banqueros. Ya lo dice la letra de una canción que cantan por ahí: “Al pasar por Bankia, me dijo el bankiero: ábrete una cuenta, dame tu dinero”. Pero, el rescate con fondos públicos de un banco quebrado y la negación de la asistencia sanitaria a los indigentes, son dos hechos derivados de un mismo Gobierno que no se alarma ante el aumento del número de jóvenes en paro y sin perspectivas de alcanzar un nuevo trabajo, pero sí ante un banco –Bankia– que podría navegar sin rumbo marcado. Si, en vez de regalar 114.000 millones de euros a los bancos sin contraprestación, se hubiera dejado quebrar a los bancos, exigiendo, eso sí, las correspondientes responsabilidades, creando, a la vez, un banco público dedicado a prestar dinero a las pequeñas y mediadas empresas que potenciaran el trabajo para todos, otro gallo cantaría. Además, ¿por qué nacionalizan a un banco cuando está arruinado y no lo hacen cuando tiene ganancias? Por ese criterio, el Estado debería nacionalizar a todos los parados y a todos los desahuciados del país. Pero, tranquilos, que esas cosas no pasan nunca. Por eso Cándido Méndez, secretario general de UGT, se pregunta, una vez más, cómo el Gobierno que nacionaliza Bankia cuenta con dinero para ello pero no para sustentar el sector educativo y sanitario. Y exige una respuesta más coherente.
Y mientras el Gobierno guarda silencio, evitando un conflicto abierto y ahorrando las críticas contra Rodrigo Rato, ex vicepresidente segundo del Gobierno, ex ministro de Economía y Hacienda y ex director gerente del FMI (Fondo Monetario Internacional), éste se ha limitado a aceptar la dimisión que se le venía exigiendo sin una sola crítica en su contra. Tampoco la ha habido contra Miguel Blesa, su antecesor, ni contra José Luis Olivas, ex número dos de Bankia, otro conocido político del PP quien fue presidente de la Generalitat valenciana en 2002, antes de llegara Bancaja. En cambio, todos los disparos dialécticos del Gobierno del PP han ido dirigidos contra Miguel Ángel Fernández Ordóñez, actual Gobernador del Banco de España. Y quien fuera secretario de Estado de Economía a las órdenes de Pedro Solbes, una persona bien vista hasta el momento por Rajoy, es hoy el primer enemigo a abatir desde el PP. El Gobierno del PP le ningunea. Vicente Martínez Pujalte, portavoz del PP en la comisión de Economía del Congreso y conocido “ratista”, acusa al Banco de España de “obligar” al ex presidente de Bankia de hacerse cargo de la entidad valenciana con datos que “a lo mejor no eran exactos” y sin ningún tipo de esquema “de protección de activos”. Ignacio González, quien luchó para presidir el banco, culpa a Zapatero, a Salgado y al gobernador del Banco de España: “La responsabilidad es del legislador, el Gobierno de Zapatero; la ministra de Economía, Elena Salgado, y de Fernández Ordóñez. Con nombre y apellidos para que sepan de qué estamos hablando porque parece que se nos olvida”. Y el actual ministro de Economía, Luis de Guindos, tras el consejo de Ministros del viernes, aclara sin ningún rubor: “Rodrigo Rato es el mejor ministro de Economía en la historia de España” (sic). Sobre ¿su decisión? de dejar Bankia, dice: “Lo suyo fue una decisión personal, pensando en lo mejor para él y para el sistema financiero en España”. Estrecho colaborador durante 8 años, De Guindos le deja caer en primera instancia.
Jordi Roglà, director de Cáritas de Barcelona.
Por su parte, la ONG ligada a la iglesia católica se suma a las tesis del 15-M y de otros movimientos indignados y denuncia la “injusticia bestial” que supone rescatar bancos con dinero público mientras crece la pobreza, el paro y se extiende el riesgo de fractura social en España. “Yo no digo que nada de lo que se esté haciendo sea ilegal –dice Jordi Roglà, director de Cáritas Barcelona–, lo que puedo decir es que moralmente es inaceptable y éticamente es de una injusticia bestial”. Roglà critica los recortes en el estado del bienestar acometidos por el Gobierno y la Generalitat, ya que refuerzan el aumento de la pobreza, y constata que mucha gente no puede realizar sus aportaciones solidarias a la entidad porque se ve obligada a atender a gente de su círculo más cercano. “La pobreza se ha hecho más intensa, más extensa y más crónica”, asegura y critica que se recurra a las entidades sociales para que asuman algunos aspectos de la asistencia sanitaria a inmigrantes, como anunció el Gobierno, al entender que el ahorro se podría acometer igualmente sin excluir a nadie del sistema. Sus declaraciones coinciden con los portavoces de los movimientos del 15-M que este fin de semana decidieron celebran el primer aniversario del movimiento con manifestaciones en más de 160 ciudades de todo el mundo y con una concentración en la Puerta del Sol de Madrid, autorizada solo parcialmente por la Delegación del Gobierno.
No pocos trabajadores encajan a la perfección en el concepto de “generación perdida” (según un interesante reportaje de Eduardo Magallón, en “La Vanguardia”, el 1 de mayo del 2011), descrita tanto por el FMI como por la OCDE o por los Sindicatos. Se trata de un grupo de jóvenes que, o bien no encuentran trabajo, o bien tienen que conformarse con uno muy precario. En ambos casos, apenas tienen posibilidades de prosperar. Son jóvenes entre 16 y 24 años que soportan un paro de más del 40% con el grave riesgo de una situación coyuntural –paro elevado y crisis económica– con lo que sus condiciones de vida pueden empeorar para siempre, incluso más allá del momento en el que se produzca la recuperación. Por un lado, están los jóvenes con alta formación que no encuentran un empleo que se adapte a sus conocimientos, y, por otro, los que, con baja calificación, son incapaces de entrar en el mercado laboral. Los primeros tienen dos posibilidades: emigrar o quedarse en el país. Si optan por quedarse lo más factible es que acaben ocupando un empleo para el que se necesita una capacitación inferior a la que poseen. “Es un despilfarro –afirma Ángel Laborda, director del gabinete de coyuntura de Funcas, la fundación de las Cajas de Ahorros– porque has invertido dinero en formar a esos jóvenes que no aprovechas, si bien no creo que sea algo que pueda perdurar para siempre”. Laborda alerta que si la situación se prolonga 10 años como pasó tras la crisis del petróleo, a finales de los 70, sí que puede ser preocupante.
Ante este panorama, muchos optan por la emigración. Mientras, en el 2008, emigraron 36.000 españoles, en el 2010 lo hicieron 101.256, según Advantage Consultores. El porcentaje de más del 40% de jóvenes españoles en paro duplica la media europea, lo que unido a las llamadas hechas desde países como Alemania es terreno abonado para la emigración. La canciller alemana, Angela Merkel cuantificó en medio millón el número de perfiles técnicos que podría necesitar el mercado alemán en los próximos años. El Sindicato de Arquitectos advierte que siete de cada 10 profesionales del sector se está planteando emigrar. De ese porcentaje, una parte importante son jóvenes. El otro gran grupo que constituye la generación perdida es el de los jóvenes con baja formación: los que no pueden acceder a un empleo y los que han sido expulsados. “Antes del 2007 –recuerda David Murillo–, la gente dejaba la carrera y se iba a la construcción o al sector servicios a cobrar un sueldo tan alto que le pasaba la mano por la cara a su profesor de universidad”. Ahora, muchos de aquellos jóvenes están en la calle y sin formación. Según Cristina Bermejo, secretaria confederal de juventud de Comisiones Obreras, “es necesaria la formación continua y la recuperación de la Formación Profesional para devolverlos al mercado”. Para la sindicalista, la reforma laboral aprobada no ayuda a crear empleo indefinido. “Se precarizan las prácticas y se fomentan los empleos temporales”, señala Bermejo.
Camil Ros, secretario de Política Sindical de UGT en Catalunya, cree que “más que generación perdida de jóvenes habría que hablar de muchas generaciones perdidas, entre ellas las de personas de más de 45 años que sufren paro prolongado”. Aunque son un colectivo que sufre una tasa de desempleo menor, quizás tienen más problemas que los jóvenes para volver a encontrar un trabajo. Lo que sí amenaza a los jóvenes es el alargamiento de la vida laboral. Esa prolongación es un claro freno a la entrada de los jóvenes en el mercado laboral. Los sindicatos calculan que cada año se jubilan en España unas 270.000 personas. Si esos ciudadanos están un año más en activo son puestos de trabajo que no se liberan y que no pueden ser ocupados por desempleados. La generación perdida de los jóvenes tiene otros efectos sobre el conjunto de la economía: la presión a la baja de los salarios. El aumento de la oferta de trabajadores y el estancamiento o la reducción de los puestos de trabajo comporta bajadas de sueldos y puede incluso acabar expulsando a colectivos de inmigrantes que deciden abandonar el país. Ángel Laborda señala que gracias al papel de los sindicatos se pueden evitar abusos. No obstante, piensa que sólo si la población es consciente que todos somos más pobres y se bajan los sueldos, el mercado podrá absorber esos parados. El verdadero problema es que la actual situación coyuntural de la economía puede marcar a los jóvenes para el resto de su vida.
Desde hace meses existe un creciente malestar entre los ciudadanos, tanto por la crisis generada por los especuladores fuera de control como por las medidas tomadas para tratar de atajarla. Las redes sociales, según Alberto D. Fraile en la revista Namaste (mensual gratuito independiente sobre ecología, movimientos sociales de vanguardia y crecimiento personal, que se edita en las Islas Baleares), están siendo el ágora donde se intercambian ideas y se comparten sentimientos, principalmente de estupor e indignación colectivos. “Hay un clamor casi unánime por la percepción de que los representantes políticos han antepuesto los intereses del sistema financiero al bienestar de las personas, y estos sentimientos empiezan a cuajar en movimientos sociales que abogan por dar el salto del mundo virtual a la calle e iniciar un ciclo de movilizaciones sociales”. Namaste habla de una sociedad civil, sobre todo de los jóvenes que están pasando a la acción y empiezan a emerger convocatorias para expresar el malestar y exigir una mayor democracia en nuestro país y un cambio de modelo social y económico. Se hace hincapié en los denominadores comunes: rechazo de la corrupción, crítica a la clase dirigente, hastío del sistema bipartidista, indignación por el trato dado a los bancos, falta de democracia participativa, horizonte sin futuro para los jóvenes y agotamiento del sistema, por lo que abogan por una regeneración ética y un despertar colectivo.
“Somos como tú –se presenta un grupo de personas en ‘Democracia Real Ya’–. Gente que trabaja duro todos los días para vivir y dar un futuro mejor a los que nos rodean”. El nexo de unión entre ellos es su preocupación e indignación por el panorama político, económico y social que ven a su alrededor. El Gobierno dijo hace unas semanas que necesitaba ahorrar 10.000 millones y, para conseguirlos, propuso recortes en Sanidad y Educación. Pero ahora resulta que no tienen ningún problema a la hora de inyectar 7.000 millones o más en una entidad privada como Bankia y los jóvenes lo toman como una tomadura de pelo. Y llaman a la unidad y a la acción desde la sociedad civil: “Es hora de ponerse en movimiento, hora de construir entre todos una sociedad mejor.” En su manifiesto, defienden que “las prioridades de toda sociedad avanzada han de ser la igualdad, el progreso, la solidaridad, el libre acceso a la cultura, la sostenibilidad ecológica y el desarrollo, el bienestar y la felicidad de las personas”. Además exigen la garantía del algunos derechos básicos “que deberían estar cubiertos: derecho a la vivienda, al trabajo, a la cultura, a la salud, a la educación, a la participación política, al libre desarrollo personal, y derecho al consumo de los bienes necesarios para una vida sana y feliz”. Y atacan el actual funcionamiento de nuestro sistema económico y gubernamental ya que, según ellos, “no atiende a estas prioridades y es un obstáculo para el progreso de la humanidad.” Son muy críticos con la clase política de la que dicen: “Sus funciones deberían ser la de llevar nuestra voz a las instituciones, facilitando la participación política ciudadana mediante cauces directos y procurando el mayor beneficio para el grueso de la sociedad, no la de enriquecerse y medrar a nuestra costa, atendiendo tan solo a los dictados de los grandes poderes económicos y aferrándose al poder a través de una dictadura partitocrática encabezada por las inamovibles siglas del PPSOE”.
Los jóvenes no hablan sólo de “los casos de corrupción urbanística, cohecho, prevaricación, que afectan de manera generalizada a los grandes partidos” sino que consideran que hay “corrupción en los mismos fundamentos del sistema.” Son muy críticos con el status quo partidista y afirman que “se ha asentado la alternancia perpetua de organizaciones políticas aferradas al poder durante décadas (PP, PSOE, CiU…), sin permeabilidad de nuevas ideas, sin permitir la participación activa de la ciudadanía, asfixiando toda posibilidad de regeneración democrática”. Abogan por un cambio de la ley electoral, que “ha sido blindada a medida de los grandes partidos al penalizar desmesuradamente la representación de las minorías. A diferencia de otros países con una democracia saludable, nuestros parlamentos no reflejan la diversidad ideológica de la sociedad española”. Definen el Estado de Malestar como un movimiento ciudadano desvinculado de cualquier organización cuyo aglutinante es: “la indignación y el cabreo ante un sistema político y financiero por el que nos sentimos traicionados”. “Somos –reconocen– las generaciones estafadas, infravaloradas y olvidadas, las cuales crecen estancadas en el sofá delante del ordenador o de la TV”. Afirman que esta situación les ha llevado a salir a la calle y “asumir, por fin, nuestra responsabilidad con nuestro futuro y el de nuestros vecinos, amigos y familiares”. Se definen como “los jóvenes a quienes las élites económicas y políticas quieren convertir en la generación sin formación ni trabajo ni pensión digna. Aquellos que, además, no tendremos casa en nuestra vida, desde que los especuladores hicieron del derecho a la vivienda un negocio con el que enriquecerse; un modelo de crecimiento económico que ha fracasado y ha generado esta crisis”.
La plataforma “Democracia Real Ya” ha sido la primera en avivar del malestar de los “indignados”, recordando que el rescate a Bankia por parte del Gobierno vuelve a demostrar que las cosas siguen igual, si no peor, que hace un año. Los “indignados” animan a los ciudadanos a que este fin de semana tomen las calles, recordándoles que los recortes en sanidad y educación “asfixian” a todos los españoles y que las razones de su descontento “siguen estando vigentes”, calificando las políticas de Rajoy de “continuistas”. Los 10.000 millones de euros que el Gobierno de Rajoy invierte para rescatar Bankia (el mismo Gobierno que anunciara hace unas semanas un recorte de la misma cantidad en Educación y en Sanidad) han sido aireados por el movimiento del 15-M. para animar a los ciudadanos a tomar las calles este fin de semana porque “todavía hay razones para indignarse”. Y los “indignados” de este fin de semana y comienzo de otra intentan demostrar la solidaridad del movimiento iniciado hace un año con otro contexto: el de una educación y sanidad más caras y de peor calidad, el de más motivaciones y razones que nunca para la protesta, el de un desempleo mayor que aún no ha tocado metas, el de más rescates de bienes y endurecimiento de sanciones para los manifestantes, el de mayor control policial fuera de citas electorales… Los “indignados” también airean los 2,3 millones de euros que cobró Rato en 2011 “por su excelente gestión”, y lo equiparan a “260 salarios mínimos interprofesionales”. Alegan que “un trabajador que cobre el SMI tardaría dos siglos y seis décadas en ganar lo que Rato se levantó en 2011”. El Movimiento compara la indemnización máxima a la que tiene derecho exdirector gerente del FMI tras dimitir del banco con la de un trabajador que cobre el salario mínimo. “Para cobrar 1,2 millones de euros necesitaría 7.600 años de trabajo”. Poco dinero, según los indignados, si se contrasta con los “68,7 millones de euros que su sustituto como presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, se llevó tras jubilarse con 55 años del BBVA”. “Nosotros –reflexionan los participantes– somos los que seguiremos pagando la estafa del mundo financiero mientras ellos se llenan los bolsillos”.
Los miembros del Movimiento 15-M recogieron de una decena de buzones, instalados en la acampada de la madrileña Puerta del Sol del año pasado, 14.679 propuestas o ideas para cambiar el sistema. Casi un año han trabajado en catalogarlas. Es el resultado es una especie de radiografía del pensamiento indignado. Pidieron mayoritariamente lo que el 15-M clasificó como “supresión de los privilegios de los políticos”. Hasta 741 sugieren, por ejemplo, que se limiten a uno los cargos políticos por persona, que se eliminen las dietas “exageradas” de los representantes públicos o que se prohíban los cargos de libre designación. Y hasta 624 reclaman medidas más duras contra la corrupción. Entre las veinte iniciativas más repetidas destaca también la reforma de la ley electoral (628 peticiones), la mejora de las condiciones laborales de los trabajadores (475), que se regule el sistema financiero (424) o que se utilicen más las energías sostenibles (352). Hasta 330 piden democracia más directa vía referendos y 128 eliminar la monarquía. Conviene recordar que lo que reflejan las papeletas solo es representativo de lo que quería la gente que se indignó el año pasado. Este año, en la página web propuesta (propongo.tomalaplaza.net), se invita a los ciudadanos a que sigan enviando sus ideas para mejorar el sistema, extendiéndose la indignación a más de 50 países en todo el mundo. Aseguran que más de 300 ciudades acogerán manifestaciones, concentraciones y acampadas, entre las que destacan algunas tan importantes como París, Berlín, Londres, Bruselas, Nueva York, Washington D.C., Río de Janeiro, El Cairo, Caracas o Nueva Delhi.
En España, la protesta se extiende en más de 80 ciudades, con una indignación renovada contra los recortes sociales que está llevando a cabo el Gobierno de Mariano Rajoy. Son manifestaciones para volver a defender que los ciudadanos no son “mercancía en manos de políticos y banqueros”. El Gobierno prohíbe las acampadas más allá de las diez de la noche y prepara un gran dispositivo policial. Pese al llamamiento del 15-M de ocupar las plazas de forma continua y pacífica, el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, advierte que “evidentemente no va a haber acampadas porque son actos ilegales”. Y decide traer a Madrid policías desde otras ciudades del país y montar un dispositivo con más de 1.500 agentes antidisturbios con material renovada y cámaras de vídeo. Asimismo, la delegada de Gobierno de Madrid, Cristina Cifuentes, también hace hincapié en los últimos días en que no permitirá las acampadas y señala las 22.00 horas como límite para que los activistas permanezcan en las plazas. En 2011, la indignación que nació en las plazas era ante todo una respuesta espontánea y el PSOE se encontraba por primera vez en muchos años con un movimientos social masivo que le señalaba directamente como culpable. Bajo el grito “no nos representan” se rompía de forma masiva con el sistema de representación de partidos basado en la alternancia entre PP y PSOE. Hoy, el movimiento se ha diversificado en diferentes luchas mientras la crisis ha seguido sacudiendo España y el número de parados no ha dejado de crecer. La victoria con mayoría absoluta del PP se enfrenta a la mayoría de reivindicaciones de estos días. Y los “indignados” esperan, pese a todo, reavivar el movimiento.
“Al final –escribe Francisco Álvarez Molina en “No le digas a mi madre que trabajo en Bolsa”– se ha tomado la decisión de nacionalizar la mayor entidad resultante de ese proceso de fusión de Cajas: Bankia. Decisión cuyo coste asumiremos todos los ciudadanos que pagamos impuestos… Nos preguntamos: ¿cuánto nos hubiéramos ahorrado los ciudadanos si esa decisión, respecto a las Cajas que formaban Bankia, y a otras entidades, se hubiera tomado hace algunos años? Recordemos que otros países de la Unión Europea nacionalizaron entidades financieras en el inicio de la crisis, mientras en este país mirábamos hacia otro lado y sacábamos pechos sobre la solidez de nuestro sistema financiero. Por ello, es el momento de exigir la creación de una Comisión Independiente de Investigación, formada por personas de reconocido prestigio, que analice lo sucedido, saque conclusiones y nos diga quién son los responsables de lo que ha sucedido. Es imprescindible por 'higiene democrática' y por la 'credibilidad de nuestro país' que esto suceda. Nos jugamos el presente y el futuro de nuestro país... y ya no valen los ejercicios de distracción, echándose las culpas unos a otros, del PSOE y del PP”.
Los “indignados” volvieron el sábado a las calles madrileñas. Decenas de miles de personas se manifestaron en la Puerta del Sol, acordonada por los cuatro costados por decenas de vehículos policiales. Los “indignados” se empezaron a concentrar a las siete de la tarde, asegurando que iban a quedarse como mínimo hasta las doce. El Gobierno había advertido que no lo iba a permitir. Los manifestantes aseguraban que había tantas o más razones “que hace un año para protestar”. Las pancartas demostraron que sus fuerzas seguían intactas e insistieron en que no se sentían representados por ningún partido político. A las viejas reivindicaciones, como “Lo llamaban democracia y no lo es”, “Somos los de abajo y vamos a por los de arriba” o “Que no, que no, que no nos representan” se añadieron las nuevas, como “Hace un año que salió el Sol” o “No le des a la banca lo que le quitas a Sanidad”, “Son los políticos y los banqueros los que viven por encima de nuestras posibilidades, no yo” o “Banquero ayudado, ladrón indemnizado”. Entre los carteles aparecieron leyendas como “Generación Ni-Ni, ni izquierdas ni derechas, unámonos” y alusiones a la actualidad financiera, como “No a la estafa de Bankia” o “A nosotros ¿quién nos rescata?”. A las diez de la noche, cuando se cumplía el plazo que había dado la Delegación del Gobierno para manifestarse, los indignados están dispuestos a aguantar hasta la medianoche e incluso ya hablan de hacer una “asamblea permanente” que dure 96 horas, hasta el próximo martes. La Policía tiene la orden clara: a partir de las diez, sólo dará tres avisos para que desalojen la plaza. Hay quien revolotea una pancarta que dice: “Soñar es gratis ¿Cuándo lo privatizarán?
Otro indignado sujeta un cartel con el aviso: “Hay dinero para Rato”. La Puerta del Sol está a rebosar. Decenas de miles de manifestantes retoman las plazas de las principales ciudades españolas para celebrar el primer aniversario del 15M. Los “indignados” apuestan por un alternativa real a la crisis económica, política y social. Decenas de ciudades españolas se han sumaron a la convocatoria. En Madrid, la Policía cuenta 30.000 manifestantes y en Barcelona, Interior los evalúa en 40.000. Los organizadores se sonríen ante estas cifras y piden más justicia social y dureza contra la corrupción política. Se siguen oyendo mensajes variopintos: “Menos policía, más educación”, “Tranquilos, hay dinero para Rato” o “Salgan de sus casas, igual se las quitan”. El 15-M demuestra que sigue vivo. Todos tienen alguna razón que justifica su presencia. Quieren seguir alimentando el espíritu reivindicativo y se oponen a que el Gobierno o algún representante político se hagan con ellas. A medianoche, dos horas después de que las autoridades hayan prohibido la concentración en Sol, una ola de pañuelos blancos flota sobre las cabezas de los indignados para que cese la violencia. Y un silencio de un minuto se apodera de la multitud que agita las manos. Finalmente, sobre las cinco de la mañana, y con la plaza a medias, los 30 furgones policiales de los antidisturbios irrumpen y los agentes desalojan la Puerta del Sol. Antes lo habían hecho en otras plazas en las principales ciudades españolas. Un grupo de indignados permanece sentado en el suelo gritando “No Violencia” y “Esta es vuestra democracia” mientras la Policía los arrastra para detenerlos y posteriormente ponerlos a disposición judicial.
Todo lo cual dicho y explicado, entramos en la segunda parte de este domingo en la que una serie de humoristas nos muestran sus dibujos. Comenzamos con el humor de Ferrán Martín y continuamos con el de Raúl Salazar, Varona, Malagón, Davila, Ferrán Martín, y otros.
Pep Roig, desde Mallorca, sigue con la Ecografía, Los oficios de la crisis, Pensamiento coincidente (aquí no hay plagio) y La gran estafa nacional.
Terminamos hoy con tres vídeos:
Herr Mariano no quiere aniversarios del 15-M