SANTO DOMINGO, República Dominicana.-“A la sociedad que me permita reintegrarme, que me permita laborar. He aprendido que lo espiritual está por encima de lo material”, con estas palabras en voz entrecortada y con los ojos llenos de lágrimas, el banquero Ramón Báez Figueroa habló a para los medios de comunicación nacionales e internacionales.Con una actitud firme y calmada, Báez Figueroa llegó a las 9:50 de la mañana a la sala de audiencias del Palacio de Justicia de San Cristóbal donde tuvo que esperar una hora y diez minutos para escuchar lo que todos sabían, que el juez le otorgaría la libertad condicional a mitad de su condena de 10 años de prisión por estafa, fraude y lavado en el Banco Intercontinental (BANINTER).
Del hombre siempre seguro de sí mismo y altivo quedaba poco en esta imagen de un Ramoncito derrumbado, disminuido y triste.
Vestido de camisa, el otrora poderoso presidente deBANINTER tenía a su alrededor a su novia, a sus hijos, amigos, familiares. Y no faltaron curiosos y hasta "pica pica" (personas que le piden dinero a funcionarios y empresarios). Todos esperaban ansiosos la disposición que permitiría a Báez Figueroa volver a casa, en el exclusivo sector de Bella Vista y ubicada en la Avenida Anacaona, popularmente llamada “la avenida de las torres”.
Desde allí saldrá cada último viernes del mes a presentarse ante las autoridades o para impartir las diez charlas a los estudiantes universitarios acerca de las leyes del sistema financiero y las consecuencias de violarlas
En la sala de audiencias estuvieron presentes este jueves, dándole apoyo a su amigo Ramón Baéz Figueroa, el doctor Porfirio Rojas Nina, el ex senador César Matías (Yayo), mientras que en la audiencia del pasado viernes 2 de agosto, estuvo presente y también en señarl de respaldo el periodista Ruddy González. Pocos, muy pocos si se piensa en las decenas de personas que fueron favorecidas con el despilfarro que Ramoncito llevó a cabo en sus años de gloria en el BANINTER.
La tediosa y larga lectura de la sentencia por parte de la secretaria del tribunal, Dolores García, aceleraba el toque de los dedos índice y pulgar del empresario, en señal de ansiedad y nerviosismo. Como si el tiempo de esperar por el veredicto final se hiciera eterno.
Una vez anunciad la buena nueva se echó a llorar. Al narrar su experiencia a los medios de comunicación, Báez Figueroa dijo que ha sido un proceso “muy doloroso con mi familia, mi padre, por mí mismo”.
Los abrazos, sonrisas, besos y ¿Por qué no?, gestos de adulación por parte de algunos “amigos” del ex banquero fueron las posturas después del fallo que exime al condenado de cumplir el resto de su sentencia en prisión, cuatro años y tres meses.
Al concluir la audiencia, Báez Figueroa fue trasladado, por dos agentes del Nuevo Modelo Penitenciario, en una yipeta Ford Explorer a la cárcel de Najayo.
Los representantes del Banco Central, la Superintendencia de Bancos y la Comisión Liquidadora del Baninter, Carlos Salcedo y Francisco Benzan, estuvieron cabizbajos durante la aburrida lectura de la sentencia por más de una hora.
“Nosotros no somos verdugos, la victima lo que busca en un proceso como este no es una sanción pura y simplemente, para que el ciudadano que sea privado de su libertad se pudra en la cárcel, ese no es el objetivo, la victima lo que busca es ser resarcido…”, explicó Salcedo sin dar detalles del acuerdo al que llegó Báez Figueroa ni a qué monto ascendía.
Horas después, Ramón Báez Figueroa (Ramoncito), ya estaba de vuelta en su vivienda, el lujoso apartamento de la avenida Anacaona. Desde allí saldrá cada último viernes del mes a presentarse ante las autoridades o para impartir las diez charlas a los estudiantes universitarios acerca de las leyes del sistema financiero y las consecuencias de violarlas. Editado en Neiba, Cabecera de la Provincia Bahoruco, República Dominicana.